Estimado señor Juez, imagine la siguiente situación.

Un bar. Del tamaño que prefiera. Grande, pequeño, enorme, o del tamaño de un salón de fiestas para cientos de personas, pero con propietario único y que apenas se gana la vida con la facturación del bar.

En ese bar se juntan muchas personas, se cuentan cosas, se quejan de la vida, el trabajo, sus jefes. Hay temas que duran minutos, otros que duran horas.

Un día un grupo de personas, diez o cuarenta -elija usted el número- se ponen a criticar muy duramente a una gran y conocida empresa. Algunos fueron clientes, otros fueron o son empleados. Se empieza a añadir más gente a hablar sobre el mismo tema. Parece que dicha empresa no era muy apreciada en la audiencia.

Los que clientes que pasaban por allí empezaron a prestar atención a las diatribas, le gente que pasaba por la acera se detenía y acercaba a la puerta para escuchar. Justo pasa por allí un directivo de la empresa, llama inmediatamente al abogado y a un notario para que se presenten a escuchar.

Estos toman nota de todos. Al poco tiempo presentan una denuncia por injurias y calumnias. El juez la acepta y pide a los administradores del bar la grabación de la cámara de seguridad para la identificación de los presentes. Una vez identificados son llevados a juicio.

Supongo, su Señoría, que estará de acuerdo que esta denuncia ya le debe haber hecho pensar que quizás era algo exagerada. Pero el tema no queda allí.

Poco tiempo después la misma gran empresa presenta otra denuncia, pero esta vez contra el propietario del bar, por responsabilidad civil subsidiaria, y le piden en concepto de daños el equivalente a varios años de facturación del bar.

¿Qué haría usted su Señoría? ¿La admitiría a trámite?

No sé si ha existido un caso así en la historia de las democracia española. Se podría debatir largo y tendido, pero dudo mucho que se admitiese algo como lo que acabo de contar. Quizás hasta estemos de acuerdo es que podría ser un abuso del sistema judicial para acosar o castigar a terceros. O para dar ejemplo y que no se repitan esas charlas en otros bares.

Y mi pregunta de fondo, su Señoría:

¿Por qué parece que aceptáis muy alegremente denuncias, querellas y demandas contra administradores de sitios webs por comentarios de terceras personas sin que dichos administradores siquiera tuviesen conocimiento de esos comentarios ya que la empresa denunciante siquiera les avisó?

Es que no entiendo su Señoría, no me parece tan difícil de entender, al menos en lo fundamental y los problemas que ocasionan estas demandas y denuncias. Pensaba que la libertad de expresión es un derecho fundamental que está por encima del «honor» de unas personas jurídicas, que a nadie se le puede enjuiciar como co-responsable de palabras de terceros, y menos cuando siquiera hay pruebas de que el acusado tuviese conocimiento de esas palabras.

No entiendo que estáis haciendo, Señoría. Como si fuesen problemas importantes para la sociedad, o como si la Justicia Española estuviese sobrada de recursos y tiempo libre. Porque al fin y al cabo, lo único que se está haciendo es acosar moral -he conocido a algunos que hasta se ponen mal de salud- y económicamente a personas con ya suficientes problemas e incrementar la facturación de los abogados.

PS: El tema es ficticio y no tiene relación con ningún caso personal ni cercano. Pero ocurre.