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Empezaré por el final, un retweet con ad hominem, infantil y sin venir a cuento del diputado Alberto Garzón, que meses antes escribió que no me respondía ni hacía caso porque era sólo un «provocador».

Garzón me cayó bien al principio, hablamos y discutimos amáblemente alguna vez en Twitter, pero las cosas rápidamente cambiaron. Cogí un cabreo monumental cuando durante la campaña electoral se erigió en representante del #15M, aseguró que el programa de IU era el del #15M, que ese programa fue el que se decidió en la Comisión de Economía de Sol, y que el #15m eran las asambleas, no Internet. Lo siento, pero yo y otras cientos de miles de personas no salieron a las calles para apoyar a un partido político o programa electoral en particular, tampoco pude asistir a unas asambleas de unos pocos cientos de personas que también se autoerigieron en ser representantes no electos (¿divinos?) de la mayoría de españoles, y encima se trataba -según Garzón- de elaborar un programa económico que luego sería el de IU.

A partir de ésta y actitudes similares, me alejé del #15M, de todo lo relacionado con IU (antes lo votaba, ya no, aunque a mi mujer no pude convecerle que no vote más a IU (no perdió la ingenuidad, todavía) , y por supuesto, de mi objetividad con este partido y con Alberto Garzón en particular. Sí, es un disclaimer.

Poco tiempo después, el 28 de noviembre, aún antes de prometer su nuevo cargo de diputado, leo un artículo suyo  justificando -por críticas que le hicieron otros- que hayan aceptado sin protestar los iPhone e iPads pagados por el erario público, a propuesta del PP. No era sólo que IU ponía en su programa electoral que apoyaba el software libre (sale 11 veces mencionado en el programa), que lo harían obligatorio para la administración pública, que estarían contra las patentes de software, e incluso que se opondrían a Apple y Microsoft:

Establecer como obligatorio el uso de software libre (en su mayoría gratuito) en todos los ordenadores y medios informáticos oficiales en todas  las Administraciones Públicas. Urge la presencia  obligada de software libre en todos los ordenadores y  medios de uso escolar: no queremos que se eduque  a nuestros escolares para ser clientes de Microsoft o Apple, ni nos parece de recibo que se sigan pagando  costosas licencias con dinero público cuando tenemos  alternativas gratuitas y mejores al alcance.

El mayor problema no era esa enorme contradicción e incumplimiento del programa en cosas que no son tan complicadas, tampoco el que ni siquiera protestasen, sino que en vez de reconocer la contradicción -todos las tenemos-  respondan con un sinsentido de justificaciones relativistas-posmodernas, igualando a todas las empresas, que son «explotadoras». No podía creer lo que leía.

Le contesté en un vídeo y con Benjamí decidimos enviarle un buen Netbook con software libre. Lo recibí en mi casa, me tomé el trabajo de instalar la última versión de Ubuntu, con cifrado incluido. También incluí un audio de mis hijas explicándole el porqué usar software libre, cómo se puede estar conectado, incluso tener una empresa usando sólo software libre, sin necesidad de iPhone o iPads, una carta con los motivos razonados del Netbook y avisando que haríamos todos los papeles necesarios para que sea una donación, y de no ser posible, que se lo pase al partido.

¿La respuesta? Recibí la caja cerrada, ni la habían abierto.

Me entero por Twitter que no podía aceptarlo por «razones éticas». En fin, supongo que es más ético aceptar y justificar «regalos» pagados por todos nosotros, aunque estén radicalmente en contra de su programa electoral, que hacer un buen uso de un Netbook con software libre. Son escalas de valores que no entiendo, pero supongo que existen y son las que rigen en esos «niveles».

Por supuesto, le dediqué numerosas ironías y sarcasmos. Las respuestas fueron las que se pueden esperar «¿que quieres que nos comuniquemos por señales de humo?», «idiotas que exigen que hay que ser pobres para ser comunistas», «¿tampoco puede tomar Coca Cola?», etc.  Respuestas de fanboys de un partido, que parece que ni leyeron su programa electoral, o que lo leyeron pero les da igual.

En algún tweet me acusó de que ser «un provocador». Oh, caramba, pensé. Un diputado que se pasa tuiteando acusaciones muy graves a colegas de otros partidos, basta leer un poco de su timeline, no encaja muy bien los sarcasmos a sus contradicciones políticas. O quizás soy yo el tonto que todavía no se percató que los diputados de IU tienen buenas intenciones, por lo que están exentos de ser coherentes con su programa.

Cuando le critico su «mandíbula de mantequilla», responde y debatimos entre varios. Uno de sus primeros tweets repite la profunda reflexión «Según tú ¿no puedo beber Coca Cola?». Me sorprendió que un economista no supiese distinguir las diferencias entre una bebida refrescante y el software, el nivel invitaba a abandonar el debate inmediatamente, pero respondí. Le dije que no era lo mismo, pero si hubiese estado en su programa que prohibirían la Coca Cola y luego escribiese un apunte justificándola como «herramienta necesaria», le criticaría igual. Mencionamos que en su programa electoral prometían explícitamente la obligatoriedad del software libre en la administración, que era un compromiso desde hace muchos años. La respuesta fue tragicómica (cito de memoria):

Prometimos software libre para la administración, no para el uso personal de los diputados.

Es decir, los que deben hacer el esfuerzo son los funcionarios, empleados de la administración, maestros y alumnos, pero un diputado que propone esas medidas está exento de hacer el mismo esfuerzo. Además, aunque se pague con dinero público, el «uso personal» lo justifica todo. Quedé atontado, vaya, cómo cambiaron -o no- las ideas comunistas de «igualdad».

A partir de ese día ni volví a hablar, aunque alguna vez se volvió a dirigir a mí, en plan inquisitorio para preguntarme el porqué había bajado el karma en Menéame del envío del segmento en Youtube de su respuesta a Montoro.

Esto ocurría mientras todavía continuaba la sesión en el hemiciclo. Qué raro, pensé. Él, que siempre se queja de que no prestan atención en los debates, esté siguiendo la evolución del karma de un envío en Menéame (una empresa explotadora más) mientras hay otros diputados hablando. Pero supuse que Menéame era más importante que la sesión en el hemiciclo, así que lo miré y le expliqué (aunque dudo que haya entendido que en enlace al código fuente era una muestra de las ventajas del software libre: puede mirarlo, o pedirque lo miren, si tenía dudas de nuestra «honestidad»).

Casi no volví a ironizar sobre el tema, cada vez sólo ganaba insultos y perdía un par de decenas de followers (hay que ver, la sensibilidad con las bromas a un partido político). Pero lo de ayer a la noche fue de traca, lo que nos lleva a la motivación de este apunte.

Aunque son demasiadas habituales sus frases y eslóganes demagógicos, ese tuit es un resumen de lo peor. En estadística de bachillerato ya se estudia que una muestra tan pequeña -¡de tamaño uno!- no sirve de nada, y menos para sustentar semejante afirmación. Me imagino que durante su «licenciatura en economía» debe haber aprobado muchas asignaturas con estadísticas duras, éstas son fundamentales para las «ciencias sociales», economía incluida. O sea, una burrada sin sentido, que no se puede esperar de un político profesional, menos de un diputado, y muchísimo menos de un economista. ¿Es éste el nivel de «economistas» que salen de nuestras universidades? ¿O es sólo la mala influencia de los demás? ¿El hemiciclo tiene efectos serios sobre la memoria?

No me pude aguantar semejante aberración estadística fabricada para usarla de forma tan demagógica, respondí:

¿Cuál fue la respuesta? Ninguna, o quizás le escoció, e hizo el RT del tuit que mencióné el inicio (por supuesto, con más RTs de los fanboys habituales, pero ni siquiera ponen la @ para que me entere, aunque estén usando mi apodo y no el apellido):

Eso es política de altos vuelos. Se queja porque soy un «provocador», luego se dedica a promover estos ad hominems ridículos. De todas formas, me enorgullece que desde un caro iPhone o iPad pagado por la administración se dedique a dar lecciones a ciudadanos. Es lo que corresponde </sarcasmo>.

Resumen: las imposturas políticas

Ya sé lo que dirá el diputado, lo habitual. Que este apunte es sólo para llamar la atención, que soy un provocador nato. Ya me da igual, lo dice de todas maneras, y estoy orgulloso porque estas provocaciones a un político la escribo de un ordenador pagado con mi dinero, usando sólo software libre, que se publicará en un blog con software libre (pagado por una «empresa explotadora»), y que nunca necesité iPad o iPhone para estar muy bien «conectado». Y todo eso sin tener que cumplir un programa electoral, ni necesitar señales de humo para comunicarme.

Estas son algunas de las imposturas:

  • Impostura, la mayor, es prometer que se exigirán esfuerzos a los demás y no ser capaz de hacer lo mismo en los temas más básicos y que requieren poco esfuerzo (Android está bien y todo el sistema operativo es software libre, pero ¡cómo chiflan los iPad!).
  • Impostura es vender unas ideas y no dar el ejemplo ni ser coherente con ellas, aún cuando es sencillo.
  • Impostura es presentarse como economista e «investigador» [sic] y tuitear eslóganes tan anti científicos -o magufos- como populistas y sensacionalistas.
  • Impostura es escribir tuits ridículos y luego borrarlos, sin explicación ni respuesta, para evitar las críticas.
  • Impostura es ser muy duro con los demás y quejarse de provocación injustificada o de querer llamar la atención cuando le critican algunos de su eslóganes.
  • Impostura es afirmar que se pretende debatir, pero luego evitar debates con excusas victimistas y falaces.
  • Impostura es apoyar y salir a la manifestación que pedía la dimisión de todos los diputados sin haber renunciado a su escaño, obtenido con las mismas leyes, normas, proceso y fecha que los demás diputados.

Por todo eso, diputado Garzón, es usted un impostor. Ya, es una acusación «grave», y no faltarán los que desviarán la atención de los hechos a la excusa típica esto es sólo un tema personal (como si mi mujer me hubiese abandonado por Garzón, o algo similar que mantengo oculto) pero al menos está razonada, explicada y documentada, no son generalizaciones y suposiciones estúpidas como usted suele hacer… desde su escaño en el Congreso de los Diputados.

Bonus: imposturas con esteroides

Es uno de mis sarcasmos a IU, desde la cuenta del Partido Comunista (@elpce) me insultaron bastante fuerte (no tengo captura :(). En cuánto lo mencioné, recibí la siguiente respuesta («problemas de seguridad» :roll:) que bate todos los records, y también borrado rápidamente. Como es la costumbre de los que sueltan paridas y eslóganes más allá de sus posibilidades.