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Ya sabemos que algunos usos de esta preposición indica que el autor en realidad piensa todo lo contrario de lo que afirmó primero. «No soy homófobo, tengo amigos gays, pero…», «No racista, tengo amigos negros, pero…», «No soy antisemita, tengo amigos judíos, pero…», «Desprecio al tertulianismo y cuñadismo pero…»

Pero… existen otros usos, como el típico «no suelo estar de acuerdo con lo que dice pero…».

Aunque parezca positivo también es una consecuencia de otros problemas y taras sociales.

  1. El deseo y necesidad de pertenecer a una tribu, tenemos miedo de que nuestro grupo nos acuse de pensar diferente, de ser uno de «ellos», o al menos de no ser tan puro como «nosotros». Tenemos un gran temor de ser criticados e incluso expulsados del grupo.
  2. Juzgar a las personas y sus opiniones sólo por el grupo al que pertenece. O muy habitual, al que nosotros les ubicamos sin que ellos hayan declarado ninguna pertenencia.
  3. Intolerancia ideológica e intelectual, creemos que las únicas ideas buenas y válidas son las nuestras y las de mi grupo.
  4. Solemos simplificar y definir pocos grupos, muchas veces reducidos sólo a «los nuestros», los «otros», o algunos matizan un poco más de «era de los nuestros pero nos traicionó».

No existen grupos donde todas las personas estén de acuerdo con todas las ideas de los demás. Ni las personas de «nuestro» grupo son automáticamente infalibles o mejores que las otras. El problema es este reduccionismo -demasiado simplista- de catalogar a cada persona por el partido o grupo al que pertenece nos ciega no sólo las diferencias con nosotros, también a las diferencias en los grupos y a las tantas cosas en común.

Hay cretinos y cabrones, pero ¿alguien cree de verdad que existe una gran proporción de personas que desea el mal de las otras? ¿o que no desea el bien para todos de la misma forma que pensamos nosotros? (si alguien piensa así tiene problemas sociales y mentales graves, o simplemente no se puso a pensar con tranquilidad y desde su individualidad, no del grupo).

Sería muy bueno, un indicador de buena salud social e intelectual, que no necesitemos usar el «pero…», implicaría que somos más reflexivos, menos irracionales, que reconocemos la complejidad de la sociedad y el mundo. Y, sobre todo, que somos más independientes de la esclavitud a la tribu.

Cada vez que usamos el «no estoy de acuerdo con él pero…» estamos realimentando las taras. Lo mejor que podemos hacer es dejar de usarlo, si nos gusta lo que opinó una persona decirlo sencillamente así «me gustó lo que hizo», «su discurso fue soberbio». Sin peros, ni excusas, ni miedos.

A veces caigo en la misma trampa, pero prometo no volver a hacerlo. Cada vez que lea un «no suelo estar de acuerdo pero…» les daré la lata con un enlace a este apunte. No es nada personal, quizás llegue un momento que estos «peros» nos parezcan tan molestos como los primeros.

¡Ojo! Tampoco hay que caer en el otro extremo. Así como hasta los relojes rotos dan la hora correcta dos veces al día, hay imbéciles/idiotas/cretinos/charlatanes/embaucadores que dicen grandes verdades de vez en cuando. Pero a estos ni deberíamos leerlos o escucharlos 😉