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Apenas acabé mis examenes de la carrera de ingeniería en informática (había comenzado en 1984, eran 11 cuatrimestres, cinco años y medio) me fui al Centro Atómico Bariloche para realizar mi proyecto final de carrera. Desde enero de 1990 y durante un año y medio estuve rodeado de físicos e ingenieros nucleares. Allí pasé un período bastante duro de casi depresión al darme cuenta lo poco que sabía de informática [1]. Nos habían lavado tanto el cerebro en la universidad –privada– que pensábamos que éramos los amos del mundo mundial. Poco tardé en darme cuenta que en realidad no sabía nada.

[1] Afortunadamente en esas épocas la ignorancia no nos hacía tan intrépidos, no se nos ocurrió pedir regulación o colegios informáticos para suplir las deficiencias.

Pero también fue la mejor época de mi vida –una vez superada la «depresión» y despiste inicial de los primeros seis meses–, allí aprendí realmente lo que es pasión por la investigación, la profesión, la obsesión y el placer de programar. También allí fue donde más aprendí por unidad de tiempo. En un año y medio no sólo hice mi PFC dominando sus temas específicos, también aprendí programación orientada a objetos, lo básico de teoría control, simulación no lineal, telecomunicaciones (empezamos a instalar las conexión Internet del centro vía satélite), Prolog, Smalltalk, C, C++, a programar administrar máquinas gordas para su época (Vax y MicroVax con VMS, Sun con SunBSD), a controlar a fondo el Unix, etc. etc. Todo gracias a esos «físicos». Por eso siempre que alguien critica al «intrusismo» de los físicos en nuestro campo me cabrea sobremanera. No es sólo por la historia contrastable de la informática, también es por mi historia personal.

De las «malas experiencias» recuerdo una en especial, cuando fuimos en grupo a ver la película La caza del octubre rojo. Éramos unas 15 personas, todos ellos físicos o ingenieros nucleares, y se pasaron toda la película hablando y discutiendo si los sistemas de detección de submarinos lo hubieran implementado con la transformada rápida de Fourier o con wavelets. Fui una terrible experiencia multimedia, 18 años después lo sigo recordando :-). Pero eso me despertó tanta curiosidad que estudié qué era la transformada de Fourier y la elegante y espectacular optimización algorítmica [2] de la transformada rápida.

[2] Si alguien está interesado en artículos de los «maestros informáticos» sobre temas de diseño de software y optimización, recomiendo el libro Beatiful Code.

¿A qué viene todo esto?

Esta mañana me puse a leer mis suscripciones y el Menéame, y cada vez encuentro más copy&pastes y fusiles de otros sitios, uno de ellos me llevó seguir cuatro vía o visto en encadenados para encontrar el original. Eso me hizo acordar de un chiste que se hacían los físicos:

Si se apilaran todos los papers de física que se publican, la velocidad de crecimiento de la pila superaría la velocidad de la luz. Pero no hay contradicción de las leyes de la física, no llevan información.