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Al principio no quisieron tener versión móvil porque el número de impresiones se reduciría. Así tenías que hacer malabarismos con el zoom después que se hayan bajado varios megabytes de anuncios.
Poco a poco fueron cediendo y hoy la mayoría de los medios tienen versión móvil. Entonces empezamos a descubrir todas los trucos.
Lo primero que vimos fueron los intersticiales de pantalla completa, muchos de ellos de adware que no se cerraban o te forzaban a instalar apps y falsos antivirus.
Luego empezamos a notar que mientras intentabas leer el artículo el texto no dejaba de moverse. Se debía a que con javascript se insertaban anuncios y menús completamente inútiles que forzaban la reestructuración del texto.
Cuando empezabas a acostumbrarte a leer textos animados te pusieron un vídeo que al hacer scroll y aparecer este completamente en pantalla empezaba a reproducir automáticamente el vídeo, con el audio habilitado.
Por si el agravio fuese insuficiente, ahora te ponen un anuncio en el medio del texto que te ocupa todo el ancho y tienes que hacer bastante scroll -incluso con pantallas grandes- para leer el texto que está a continuación.
Todo es sensible de empeorar, después de cargarte varios de esos anuncios -no llores demasiado si vas por 4G- te dicen que el artículo es sólo para suscriptores o que has superado el número máximo de lecturas en el mes.
Todos los periódicos digitales cayeron en estas prácticas.
Desde los más tradicionales a los más modernos, de izquierda a derecha, de arriba a abajo. Sin excepción. Incluso ninguno de ellos se apartó (aunque seguro que hay excepciones que no conozco o recuerdo) de esas prácticas ni hizo una crítica clara a lo que es una molestia -rozando la estafa- a los lectores.
Por supuesto, dichas prácticas están arruinando completamente la experiencia de los usuarios con sus móviles, generando gastos innecesarios en las conexiones de datos y haciendo que muchos busquen formas de evitar tanto abuso. De allí que hasta empresas tan «Big Corp» como Apple se planteen desarrollar bloqueadores de anuncios. O que Facebook les haga poner los contenidos en su sitio para «mejorar la experiencia de usuario» (imaginad una razón).
En sus múltiples saraos de congresos y entregas de premios hablarán de la crisis de la prensa, de las presiones, de la economía, de los malos que son los de su competencia, de que son los gurús de la transformación digital (yup, todavía, 20 años después). Pero nadie se plantará y dirá:
Estamos jodiendo y abusando de nuestros lectores. Paremos ya.
Pero no me malinterpretéis, no creo que sea malicia o codicia intencional. Creo que los periodistas simplemente han perdido el control de sus productos, los que lo tienen son sus comerciales.
Quizás me equivoco, ni siquiera lo controlan sus comerciales sino los de las agencias de anuncios. Estos no están preocupados del futuro de los medios digitales, sólo del de su agencia.
Esto de ceder su producto tampoco es nuevo pero es la primera vez que se basa en maltratar tanto al lector. Los informáticos decimos que tenemos que comer nuestra propia comida para perros.
Quizás es hora de que los periodistas lean sus medios como lo harían sus lectores. Tal vez se sorprendan.