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En el debate de hoy en la Comisión De Cultura donde se debatió sobre la SGAE volví a escuchar al diputado del PSOE José Andrés Torrres el típico como erróneo argumento de equiparar la propiedad intelectual con la física. De hecho mencionó literalmente ladrillos y tomates, cuando reprochó a ERC que ellos no tuviesen nada contra la propiedad física, pero sí contra la intelectual.
Volver a repetir lo mismo una y otra vez ya no tiene sentido, pero a ver si con una contraste simple se entiende.
- Si un señor vende tomates, la única forma de ganar dinero es producir y distribuir más tomates. Es decir, su trabajo es «positivo», tiene que producir más tomates para que el público pueda consumir más tomates. Es, por aritmética básica, una «suma positiva» (alerta, tiene comillas).
- Si un señor, que por voluntad propia, quiere ganar dinero con sus obras intelectuales, no tiene que preocuparse de producir más para distribuir más, esta es automática y fluye naturalmente gracias a las tecnologías. A diferencia de los tomateros, estos señores quieren producir igual que antes y poner cercos para frenar la distribución y que el público consuma menos. Es, por aritmética básica, un «suma negativa».
Por alguna razón que entiendo cada vez menos, una minoría asumió que producir lo mismo y frenar la distribución es igual a producir más, y los políticos les ayudan a poner los cercos. Cuando la sociedad se queja y argumenta contra esos cercos, los políticos dicen que esos señores que quieren poner cercos tienen el derecho a ganarse la vida haciendo lo que les gusta, y que tenemos la «obligación social» de darles el gusto: debemos aceptar más cercos, y además pagarles porque no han encontrado otra forma de hacer negocio.
Esta lógica no la entiendo de ninguna manera, igual que muchos, pero parece que hay gente a la que le parece muy natural, y eso que a veces parecen inteligentes y racionales, si hasta son elegidos (como Camps, por cierto).
Me parece muy bien que como sociedad nos interese una determinada tipo de producción que no tiene forma de generar beneficios económicos en el mercado. Lo que no puedo aceptar es que, además de la familia real, la lógica de fondo es que estas personas son «creadoras» y por lo tanto privilegiadas: tienen el derecho vivir de los que les gusta y seamos el resto de la sociedad tenemos la obligación de pagarles con tasas e impuestos, y además aceptar leyes para poner cada vez más cercos.
Justo en el apunte anterior explicaba cómo los medios fabrican la «opinión pública» y la importancia de detectar el consenso social. El mismo diputado del PSOE citó a una supuesta frase de Jefferson que según el diputado fue: «no hay que hacer caso de la opinión pública».
Es muy raro, porque no encontré esa cita de Jefferson (si alguien la conoce, lo agradecería), pero sí que hay otra muy conocida atribuida a él:
The force of public opinion cannot be resisted when permitted freely to be expressed. The agitation it produces must be submitted to. It is necessary, to keep the waters pure –Thomas Jefferson to Lafayette, 1823.
Es decir, la frase de Jefferson más conocida dice todo lo contrario a lo que afirmaba el diputado. Seguí buscando frases de Jefferson sobre el tema. Encontré varias.
Ministers… cannot in any country be uninfluenced by the voice of the people.» — Thomas Jefferson to John Jay, 1786.
The advantage of public opinion is like that of the weather-gauge in a naval action […] I hope that to preserve this weather-gauge of public opinion and to counteract the slanders and falsehoods disseminated by the… papers, the government will make it a standing instruction… to keep [the people] truly informed of occurrences here by publishing in [the] papers the naked truth always, whether favorable or unfavorable. For they will believe the good if we candidly tell them the bad also. — Thomas Jefferson to James Monroe, 1815
Es decir, todas las citas de Jefferson que encontré son la «opinión pública» son contrarias a lo que dijo el diputado del PSOE (y dan razón a mi apunte anterior, incluso afirma que la opinión pública contrarresta las falsedades de los medios). Ya no se puede saber si se las inventan para parecer más eruditos -además de manipular-, o es que la sacan de contexto, o también sufren problemas de comprensión y no captó que diferenciaba entre «opinión pública» y los montajes mediáticos.
Pero no me rendí, seguí buscando referencias sobre frases o artículos de personalidades políticas que hayan dicho que es mejor ignorar a la opinión pública. Encontré una muy similar, de un personaje relevante: Why Policymakers Should Ignore Public Opinion Polls de Robert Weissberg. Si seguís el enlace del autor veréis que es un conocido racista que afirma que los negros e hispanos son menos inteligentes que los blancos. Bonita referencia, espero que nuestro diputado socialista no se haya quedado con la idea leyendo a este autor.
Se haya o no fijado en las ideas de este racista que considera subnormales a los hispanos, Torres expresó claramente: nuestro derecho es votar cada cuatro años, luego nuestra opinión debe ser ignorada.
Por cierto, además a mentir con frases de políticos históricos, hubiese estado bien que también cite a unos de los textos más conocidos de Thomas Jefferson a Isaac McPherson, cuando este último le consultó sobre una demanda de patentes de automatización de molinos harineros que le había iniciado el inventor Oliver Evans. Es fácil encontrar una reproducción de esta espectacular carta, pero igual pongo los enlaces, no sé si sabrá usar Google adecuadamente:
Podéis estar seguros de una cosa, ni el PP, ni PSOE ni CiU jamás leerán ni citarán esta carta en la Comisión de Cultura. Pero recordad: están convencidos que, al menos en este tema, nuestra opinión debe ser ignorada. Es casi literal, y consta en actas de la comisión.