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Hoy leo en El País El archipiélago universitario, dice muchas cosas con la que estoy de acuerdo, pero comienza con la siguiente frase (con los números muy equivocados):
En 2010, el sistema universitario público español obtuvo 401 patentes. Robert Samuel Langer, un investigador químico del Massachusetts Institute of Technology (MIT), él solo, tiene 810, más del doble.
Desde hace varios años se insisten con estos argumentos, como si las patentes fuesen un medidor válido de la calidad de la investigación. En términos generales no lo es, y menos cuando se trata de medir investigación, la «I» de I+D.