Se habló mucho estos días del ridículo del lanzamiento de Libranda, pero antes de entrar en tema me gustaría repasar algunos datos objetivos.

- Los lectores de libros electrónicos con pantallas de tinta electrónica (e-ink) funcionan, desde el punto de vista de nuestra visión, igual que la tinta sobre papel. Por lo tanto son igual de descansados y relajados para leer como un libro.
- Las resoluciones de las pantallas -en puntos por superficie- están en el orden de 150 a 200 pixels por pulgada (167 en el Kindle), en el peor de los casos equivalente a la calidad obtenida en papel rugoso que llega a las 100 lpi (líneas por pulgada) [1], un periódico raramente llega a los 80 lpi.
- Los lectores de ebooks ya tienen precios competitivos y al alcance de cualquier familia -al menos de países desarrollados-. La mayoría rondan en los 200€ y no más de 400€ para los de gama alta.
- La mayoría de los grandes consumidores de libros ya tiene algún lector de ebook, es decir que la tendencia será creciente, y lo fundamental: los que más gastan en libros ya están migrando a libros electrónicos.
- Los libros electrónicos de tinta electrónica tienen por ahora un problema, aunque en vía de solución: el color. En la historia de las evoluciones tecnológicas siempre primó la accesibilidad y comodidad sobre la «calidad intrínseca». La voz por el teléfono suena todavía mucho peor que en directo, el MP3 suena peor que un CD (y los audiófilos maduritos asegurarán que la del CD es peor que la del vinilo, aunque sin bases físicas), la radio se oye peor que el directo, etc. etc. Aún así la calidad de las pantallas de tinta electrónica son ya superiores a la gran mayoría de libros que consumimos, y la accesibilidad y facilidad es inmensamente mejor.
- El «coste ecológico» de un lector de ebooks ronda al equivalente de 30 a 50 libros de novelas. Los lectores empedernidos (o cuando se usan por varios miembros de la familia) lo amortizan en sólo un año. Es decir, los ebooks son más ecológicos que los de papel.
- Los lectores de ebooks son más ligeros y cómodos para leer que cualquier libro de novelas, incluso para la playa (la foto de la derecha 🙂 ). Eso sin contar con las facilidades de agregar notas, marcar frases, que no necesitas llevar el punto, que no se te giran las páginas con el viento de la playa, etc.
¿Qué se puede concluir de estos datos objetivos?
La primera que se está destrozando ese mito, todavía repetido como un mantra, que el papel seguirá siendo la forma principal de lectura para textos extensos (para los internautas la plataforma principal de lectura es desde hace tiempo el ordenador), al menos por esos aspectos «románticos» (que puede ser, pero no veo a muchos que usan las platinas en vez de reproductores de CD o MP3).
El segundo, que el ebook se está convirtiendo en el mercado más importante de libros, que si sigue este crecimiento pasará lo mismo que el MP3 al CD: que los ebook serán el mercado principal y convertirá al mercado de libros de papel en un nicho.
Bien, si se cumple todo lo anterior tendremos mucho mejor acceso a los libros, y su distribución será mucho más barata, ecológica y simple.
En el mundo hispano teníamos otros problemas.
En inglés ya hay plataformas con un inmenso repertorio de obras en libros electrónicos, la más conocida y dominante es la de Amazon-Kindle (que además permite la autopublicación con pasos muy sencillos), pero también está la más antigua Safari de O’Reilly, Barnes&Noble, iBooks de Apple, y la mayoría de editoriales que permiten comprar un ebook directamente desde sus sitios. En cambio en Español no tenemos ni de lejos una oferta comercial similar, ni en cantidad, ni en facilidad de uso.
¿Cuál fue el efecto? Que los que queremos acceder a libros en castellano tenemos que ir a buscar copias «piratas», hechas por fans de la lectura que se dedican a escanear con OCR los libros, hacer correcciones y dejarlo disponibles para todo el mundo. ¿Quién no se ha pasado por papyre.co.cc cuando quiso obtener un ebook en castellano que no se comercializa en ningún sitio?
Muchos suponíamos que la iniciativa de Libranda iba en este sentido: cubrir el mercado al que habían ignorado desde hace años y por fin ofrecer a sus clientes acceso sencillo y rápido a las obras que publican.
Pero no, todo lo contrario. Hay un buen resumen de los problemas en Público: La industria editorial apuesta por ebooks caros y difíciles de comprar. Yo intenté comprar un libro, y luego leer uno que lo había hecho y me lo pasó sin que haya podido leerlo. Lo resumí aún más:
Comprobado personalmente. Comprar libro en libranda es el purgatorio [de e-commerce], leerlo es el infierno [de Adobe DRM]. Fracaso seguro.
Los problemas fundamentales son:
- El repertorio es ínfimo, en cualquier sitio de ebooks en castellano encuentras más obras.
- Una vez que has encontrado el libro en el sitio de Libranda no te da ninguna opción de comprarlo, sólo un enlace a los vendedores, pero ni siquiera te lleva a la página del producto, sino a la principal de la tienda. Es más fácil buscar y bajar de cualquier sitio «pirata» o P2P.
- Vienen con DRM de Adobe. Lo explican en un FAQ, pero casi escondido. En las tiendas no está claro que sea el mismo formato. Lo único que genera son dudas de si podrá leerlo o no (de hecho el que me pasó el libro comprado no lo pudo leer).
- Para leerlo tienes que tener un dispositivo compatible con Adobe, y estar registrado en la web de Adobe.
- El DRM de Adobe está ya «roto», es muy fácil liberar un libro y ponerlo en Internet a disposición del todo el mundo (basta que lo haga sólo una persona para que millones puedan bajarlo sólo usando Google).
A eso se le suma que los precios no son sensiblemente más bajos, y que además el IVA de los ebooks es el normal, no el super-reducido de los libros de papel (¿a qué genio legislador se le ocurren estas ideas?).
Es decir, un sitio montado por las principales editoras y distribuidoras de nuestro país que va en contra de todos los principios del «mercado»: incómodo para los clientes, caro, sin información suficiente y con restricciones molestas que estimulan a ir a un sitio pirata más que comprar el libro.
Uno podría pensar que esto ocurre porque son unos auténticos ignorantes, que ninguno de sus arquitectos y gestores debe tener un hijo adolescente que le muestre cómo hace la gente para leer ebooks, ningún escritor que les haya siquiera recomendado que lean algo de un buen conocedor del «mercado» y la cultura (como Content –también de pago– de Cory Doctorow) antes de lanzar una chapuza completamente fuera del «espectro».
Pero yo creo que no, creo que es malo por diseño, están apostando a otra cosa. La clave está en un párrafo del artículo en Público:
Según la directora general de la plataforma, Arantza Larrauri, evitar la piratería es «el gran reto». Afirma que la estrategia para combatirla debe moverse en varios frentes: «endurecimiento de la legislación, sensibilización de los usuarios y seguridad informática». Agrega que «los editores ya han dado un primer paso al facilitar los contenidos a precios más asequibles que el libro en papel».
Leedla otra vez, no tiene ni una palabra de desperdicio.
Saben que el libro electrónico les afectará muy negativamente a la estructura actual de sus negocios. Con los libros electrónico ya no vale lo de cobrar 30 € al lector y pagar 1 ó 2 € al autor del libro. Esa estructura es insostenible (las otra plataformas de ebooks pagan del 40 al 70% del valor de venta a los autores) en formato digital, y no lo quieren para nada. Lo que quieren es que nunca llegue a ser mayoritaria, sino mantenerla en un nicho. ¿O hay otra explicación que ni siquiera se hayan puestos exigentes para reclamar el IVA super reducido?
Por eso, todo este proyecto parece ser más la excusa para decir en unos meses:
Lo hemos intentado, hemos puesto nuestros esfuerzos pero el público no responde, sólo quiere piratear y robar, hay que endurecer las leyes así podamos seguir vendiendo en papel, o la menos mantener nuestras estructura de negocio…. que dependen muchas familias que se quedarán sin trabajao… [inserte aquí los mismos argumentos de la industria musical]
Señores legisladores, estáis avisados. Pasaréis de nosotros, pero en un año cuando estéis otra vez discutiendo el endurecimiento de la LPI por «la gran piratería de libros electrónicos» podremos decir: ya os hemos avisado que la trampa venía de lejos.
Bueno, tampoco servirá de nada, salvo como testimonio para generaciones futuras de las estupideces que estáis haciendo por el interés de unos pocos.
[1] No confundir, 100 lpi -usada en las impresoras offset- no es equivalente a 200 dpi. Se suele explicar que si se quiere imprimir a una determinada resolución de LPI se debe escanear al doble de resolución de DPI, pero eso se debe al teorema de Nyquist-Shannon, no que sean «equivalentes».

Actualizado: Agregué una comparación entre un libro de papel y el Kindle. No es muy preciso y hay desviaciones de color, pero da una idea (la cámara pierde mucho contraste al sacar la pantalla del Kindle). Se trata de un par de fotografías tomadas a 4000×3000 pixels con trípode y a similar distancia (muy cercana, macro activado). La imagen incluida es el equivalente a 2000×1500 pixels, depende de las pantallas pero el zoom aproximado es de 4.5x (la «f «en el Kindle tiene 2 mm de alto en la fuente utilizada). Se nota claramente que en los bordes la resolución del papel es notablemente superior al antialiasing y resolución del Kindle.
