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En primer lugar y como disclaimer, los que me siguen en Twitter o Menéame ya deben saber que soy muy cínico (muchas veces) con lo que se dice o hace en Internet. Pero no me explicaba muy bien el porqué, hasta que leí una tontería hace un par de días que me hizo reflexionar.
Hace un momento leí los ataques personales que recibió un blogger por denunciar un plagio (vía Menéame), me recordó los ataques muchos más furiosos que recibí en los últimos 10 años por mi activismo en software libre, mi opiniones en mi blog, y luego por Menéame (tambien por #nolesvotes, desde ser del Bildeberg hasta explotar a trabajadores violando la ley laboral). Algunas de ellas las mencioné en la entrevista en Gizmodo de hace unos días, aunque es incompleta, me limito a copipastear:
Pregunta interesante. ¿Quiénes son esos “trolls de contenido”? ¿Los que me acusaron -abriendo fotos, blogs y hasta canales de Youtube- de pederasta, de que acosé sexualmente a alumnas, de que robé a la universidad?
¿O los que se crearon muchas cuentas para spamear en Menéame y cuando el sistema les banea escriben en sus blogs que hay censura, que Menéame es una mierda o que recibimos comisiones de otros bloggers?
¿O los rebotados que escriben a la universidad pidiendo que me echen hasta por fomentar las violencias en las aulas?
¿O los twit/blogstars que me acusaron e hicieron campaña por estar dirigiendo una mafia para votarle en contra su broma del día de los inocentes… mientras yo estaba en un restaurante festejando el cumpleaños de mi hija sin enterarme de nada?
¿O periodistas que incluso acusaron de pedófilos y amenazaron con violencia a otros usuarios de Menéame -por votarles negativo una nota- y que luego montan campañas de difamación en su “medio”, o incluso en la web de la COPE.es?
¿O los que me llaman por teléfono para amenazarme porque hay una noticia que critica a su empresa?
(El tema de la acusación de pederasta fue intensa, con emails a todos los medios -me enviaban una copia-, a la Policía, Guardia Civil, me suscribían a foros de pornografía infantil… afortunadamente no tuvo repercusión mediática ni policial -hasta la Policía Nacional (en Barcelona) se puso en contacto para intentar ayudar-, pero tuve que comentarlo en la familia -nunca se sabe qué leyeron los amigos y conocidos-, y provocó muchas penurias, preocupaciones y enorme perplejidad. Algo parecido, aunque de menor importancia, cuando hasta se trató en un Consejo de Gobierno de la Universidad las cartas con falsas acusaciones, o cuando tuve que cerrar mi blog antiguo por otras falsas acusaciones y amenazas del fraudulento Observatorio Español de Internet)
El tema es que hace un par de días leí la entrevista The 9/11 conspiracy theorist who changed his mind. Esta persona apoyaba y era activista de la teoría de la conspiración por el 11S (y algunas más), pero después de participar en un documental de la BBC cambió de opinión y así lo explicó en su canal de Youtube. Como ya es de esperar, recibió todo tipo de ataques, amenazas y acusaciones públicas hasta de ser un pederasta. El patrón se repite una y otra vez, hay gente que cuando le dicen lo que no le gusta y se queda sin argumentos, o cree en conspiraciones, recurre a la difamación por todos los medios. Uno de los grandes problemas de Internet y sus rituales de odio.
Pero lo que más me llamó la atención fue la siguiente frase:
All of which has damaged him. “I don’t have the same love for people as I did,” he says. “I’ve become a misanthrope and I’ve become very cynical. I hope it goes away.”
Salvando las distancias, parece que el cinismo es la segunda consecuencia después de la perplejidad. Pero es optimista, me parece que el cinismo no desaparece. Peor, te hace más sensible a la infaltable dosis diaria de ataques a otros, lo que realimenta el cinismo.
Un putada, tot plegat.