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Ayer a la tarde me llaman del Grup Serra para que les escriba urgente un pequeño artículo de opinión sobre Raúl Alfonsín, ex-presidente argentino fallecido horas atrás. No sé si son casualidades o cosas de la «ingeniería social» que dominan los periodistas, pero Alfonsín es un referente ético personal –uno de los pocos políticos– así que lo hice orgulloso en menos de una hora.
Lo publico en mi blog como pequeño homenaje.
Aquí el texto publicado en catalán de DBalears.cat.
Abajo el texto completo en castellano.
AlfonSÍn
En 1983 Argentina estaba en una de sus noches más largas y negras. La derrota de la guerra de las Malvinas, la pesadumbre por diez años de terror y 30.000 personas desaparecidas, una profunda crisis económica después de la fiesta de la “tablita cambiaria”, el estallido de la deuda externa latinoamericana y en vísperas de unas inciertas elecciones. Pero en esa campaña electoral donde sindicalistas y políticos exhibían en los mítines féretros y muñecos en llamas, otro político enviaba un mensaje completamente diferente. Moderno, moderado, exigiendo el respeto a los derechos humanos y sobre todo muy positivo. El mensaje iba acompañado de una propaganda muy visual y estudiada, por ejemplo los millones de pegatinas con una gran “SÍ” en rojo en Alfonsín.
Este moderno político “europeizado” ganó contra lo que indicaba la historia. Poco después de su primer discurso como presidente –que hizo llorar a medio país– puso en marcha proyectos de gran calado. CONADEP –la comisión que estudió los crímenes de los gobiernos militares–, el renombrado Juicio a las Juntas Militares –que sentó en el banquillo a los que habían sido presidentes y generales poco tiempo atrás–, el Plan de Alimentario para el 27% de la población en extrema pobreza, el Plan de Alfabetización, la ley de divorcio, el Mercosur, el sistema de seguridad social universal, una agresiva política internacional para evitar que la guerra fría volviese a relanzar las dictaduras en América Latina, el tratado de paz con Chile con el que casi se había llegado a la guerra
No fue fácil. Los militares liderados por los “cara pintada” amenazaban, y tomaban regimientos, la mafia síndico-militar se oponía a perder los privilegios de gestionar las “obras sociales” –seguros médicos gestionados por los sindicatos– por lo que hicieron 13 huelgas generales que paralizaron el país ayudados por una situación económica endurecida y a galope de una terrible hiperinflación. El gobierno perdió poder y apoyo popular y sufría la amenaza de un nuevo golpe de estado.
En 1989 luego de perder las elecciones y aunque faltaban siete meses para el cambio tomó la decisión de renunciar. Así se ponía en marcha una década cretina y se marchaba humillado un presidente que enseñó a toda una generación inexperta qué eran los derechos humanos, el respeto a las libertades, las políticas sociales, el estado laico, la integración latinoamericana, la política exterior antibelicista.
La historia está poniendo a Raúl Alfonsín en el lugar que se merece. Muchos argentinos nos preguntamos cómo hubiese sido la historia si el país hubiese tenido la paciencia y coraje de dejar acabar sus proyectos más ambiciosos. Alfonsín representa a esos políticos preocupados por derechos fundamentales, ambicioso pero honesto, reservado, de palabras medidas. Quizás eso explica la incomprensión de su país. Argentina no podía permitir que se rompiesen tantos estereotipos, la costumbre indicaba que había que matarlo políticamente para resucitarlo después de su muerte.
Misión cumplida, nuevamente medio país llorando a alguien que echó a patadas hace veinte años…. y al país moderno y civilizado que nunca pudo volver a ser.