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Hace pocas horas, en los comentarios de una pequeña nota en Facebook sobre las magufadas de Punset me lié en una discusión por lo que consideraba un exceso de sensibilidad y la sobrereacción a frases que mencionen cualquier diferencia entre mujeres y hombres. Pido perdón a Patri Horrillo (otra vez) por exagerar y forzar la lógica por intentar demostrar mi punto: si a una mujer anti machista le molesta una frase como «a vosotras x», a un hombre anti machista (los hay, y creo que somos mayoría) nos es mucho más ofensivo que siquiera sugieran que somos machistas. Parece que no se entiende que el repudio al machismo existe en ambos sexos, no sólo entre las mujeres, y que es más ofensivo una acusación ad-hominem que una frase impersonal.
(Por otro lado hay estudios, creo que lo comenta Daniel Kahneman en su libro Think Fast, This Slow, que la imagen como la de Einstein -señor maduro, canoso, cara de bueno, pelo desarreglado- es muy seductor para mujeres, y que por el efecto priming hace que sus opiniones tengan mayor credibilidad. También es una realidad que la audiencia de Punset es mayoritariamente considerablemente femenina [no tengo números objetivos y medidos, por lo que no podría defender lo de «mayoritariamente])
Poco tiempo después ve el siguiente tuit:
No entendí muy bien qué me quería decir (aunque lo aclaré luego), si era una crítica a mí, o al artículo de Almudena Grandes. Lo leí, y como dije en una respuesta, es vomitivo, por frívolo, falaz y porque repite todos los estereotipos machistas. Quedé alucinado.
Ojo, no la escribió una becaria, o una articulista de revista de modas, sino una «intelectual» reconocida. Según esta intelectual multipremiada, una mujer no puede ser una buena profesional si va siempre bien vestida y con una sonrisa (aunque las imágenes parecen contradecirla, no es para tanto), por ser mujer debe ir con cara somnolienta y mal maquillada y peinada. Para rematar, sólo por su estética [femenina] ya se puede deducir que es una mala profesional (al punto de servir de argumento para acusarla de prevaricación).
Imaginad que ese artículo lo firme un hombre (o como me dijeron en un tuit, Perez Reverte), o Sostres, o alguien de Intereconomía, o la mujer de Wert. O imaginad que la profesional protagonista fuese una mujer del PSOE. Se hubiese montado un escándalo. Si alguien busca machismo hasta debajo de las piedras, éste le está dando hostias en toda la cara. No sé si es que se permite todo cuando la autora va de buenrollista, o que se bajan mucho las defensas cuando se lee a los cercanos ideológicamente, o es que estamos todos ya muy atontados.
En cualquier caso, estamos cada vez más pobres de intelectuales. O quizás ahora me estoy dando cuenta que para ser intelectual no hace falta ser coherente ni pensar demasiado, basta con soltar un discurso para que aplauda tu parroquia aunque se digan burradas que no se admitirían en otros.
(Y ya salgo de esta camisa de once varas, pero es que me encuentro con cada basura en los medios)
Actualización
Como era de esperar, por meterme en camisa de once varas, en Twitter me insultaron y me acusaron de machista (recibí cientos de replies, muchos con insultos). Todavía no sé muy bien cómo funciona esa lógica de criticar a un machismo subyacente -el estándar feminista no se aplica si se trata de una mujer profesional guapa y elegante presuntamente del PP, en este caso parece ser válido usar los peores argumentos machistas para desacreditarla– pero terminar siendo acusado de machista.
Mareaban la perdiz (que si usé la palabra coñazo, o que «doy lecciones», o que es falaz citar al libro de Kahneman, o que ellos/as no conocen a Punset, que hablo sin tener idea -no sé dónde hay titulación para poder hablar del tema-, alguno hasta metió a Menéame ¿?)… puede ser que no me gane el premio de estilo y humor, pero cuando hacía la pregunta clave ¿estás de acuerdo con el artículo de Almudena Grandes? la respuesta fue el silencio en todos los casos. O más red herring y excusas varias, el caso es que nadie, ninguno, ni uno sólo de los que me criticaron respondió con un sí o un no.
No sé si es feminismo de chichinabo o fanboyerismo partidista que nubla hasta los principios que aseguran tener tan claros. Tiendo a pensar que es lo segundo, pero eso haría también cierto lo primero (también creo que los «principios» deben aplicarse a todas las personas por igual, mujeres y hombres, del PSOE, IU, UPyD o del PP, si no, es un postureo hipócrita y superficial).
Pingback: Cuando el machismo es buenrollista
Mujeres de buen ver:
Así se las gasta el marimacho izquierdista Almudena Grandes. Podrida de envidia e incapaz de poner coto al homérico crecimiento de su tejido adiposo, carga con toda su venenosa bilis contra el estupendo aspecto de la juez Alaya.
Hay que ver como desvaría el rojerío cuando no se toma la pastilla
@pablopuche
No hace falta meterse con su apariencia física, no tiene nada que ver con la discusión.
No meter a todo el «rojerío» en el mismo bote por la idiotez de uno (o algunos de ellos).
Aunque sí, la hipocresía de la izquierda está bastante extendida y su falta de autocrítica me molesta mucho.
En principio a este tipo de cosas no les doy demasiada importancia. Forman parte de esa neoculturilla ñoña que te permite exagerar determinados temas para demostrar airadamente todo lo que te agravian en contraposición a lo patán que es tu interlocutor….cada vez lo considero más un recurso dialéctico, aburrido, pero un recurso al fin y al cabo.
Lo preocupante viene cuando se exagera la forma en lo políticamente correcto con el objetivo de que esa forma suplante al fondo y así poder olvidarse del fondo. Y así podemos tener un gobierno donde todos son muy miembros y muy miembras y que ninguno de ellos haga de verdad nada por la diferencia de salarios hombre/mujer, o por trabajar en la eliminación de las trabas que hacen que la mujer no llegue a puestos directivos o por disminuir la desventaja del embarazo a nivel laboral…etc, etc, etc…
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Gallir, me encantas porque eres capaz de meterte en unos jardines… jajaja
El comentario sobre que tienes hijas y que te encanta (etc) me ha gustado pues tengo una hija, siempre quise una hija y me hubiese jodido bastante tener un hijo. ¿Mis motivos? El reto de conseguir que llegue a ser una mujer independiente y con voz propia. Ahí sigo pues tiene 11 años y tiene una edad que de repente la ves tan madura y otras veces tan pequeña.
Además no se si sonará machista, sexista o lo que sea (allá voy para el jardín), pero la realidad es que las niñas tiran más para el padre. Hacen de nosotros lo que quieren. La mía viene, me dice «papito lindo» mientras me toca la barba y ya puede pedir lo que quiera. Jajaja no puedo con ella. Menos mal que está la madre para hacer el siempre desagradable trabajo de poli malo, pues sino sería una malcriada por mi culpa.
¿Qué sentido tiene librar una batalla quijotesca contra la corrección política?
Creo que uno debe saber que el producto de estos altercados nunca es algo positivo. Deja una resaca parecida a la del alcohol, pero habiendo disfrutado menos.
Por ahí hay que refinar las dotes para la construcción de consenso, algo que incluye no perder el tiempo con los necios.
Ya que estamos metiendonos en jardines… me uno. Primero decir que no me considero ni feminista, ni machista, creo que ambas concepciones son añejas, pero supongo que vivimos en una españa rancia.
Creo que el feminismo es el machismo supremo, si tienes que proteger algo con tanta vehemencia, tal vez sea porque lo minusvalores, y me tocan las narices las concepciones del tipo «miembro/miembra» incluso «juez/jueza» (en el cole me enseñaron el generico y tiendo a usarlo).
Racionalmente comprendo los comentarios de Almudena, supongo que se dejo influir por propios sentimientos de inseguridad y por la mania que tenemos todas las mujeres del planeta de compararnos constantemente con las demas. El problema es que deberia medir lo que escribe, sabiendo la repercusion que tiene y este no era el lugar.
La imagen de la juez puede ser intimidante por ser «completa». Es juez, un trabajo que implica dedicacion, estatus, poder… y ademas tiene una imagen impecable, supongo que lo que quiso hacer fue atacar, o ridiculizar la imagen de la letrada utilizando esos argumentos, pero lo cierto es que asi solo se evidencia a si misma. Es lo que tienen los comentarios malintencionados, mas que atacar al otro, te atacas a ti mismo.
Por mi parte, cuando los argumentos llegan a cierto nivel de estulticia, simplemente saco el mono con los platillos y lo dejo tocar un rato, te ahorras muchas ulceras.