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Daniel Rodriguez Herrera, de Libertad Digital, escribió ¿Viola Telefónica la sacrosanta neutralidad? que  comienza con:

Ha provocado gran escándalo entre algunos respetados gurús de la internet patria como Enrique Dans o Ricardo Galli […]

(Se refiere a mi articulo sobre el tema: El CDN de Telefónica, neutralidad y sensacionalismo)

No debería responder cuando se comienza un artículo de esta forma. Tampoco pierde oportunidad de soltar pullas, como llamarme «talibán del software libre», y alguna que otra cosa. Pero me cae simpático por alguna razón que no comprendo. No será por su ideología, así que supongo será su bigote y perilla, o que al fin y al cabo, me tiene siempre presente. En fin, que no puedo resistirme a responder un artículo tan contradictorio para un «liberal» como él.

En primer lugar estamos de acuerdo que el CDN es habitual, lo hacen muchas empresas, y que es un mercado bastante competitivo. Él sostiene que no es tan así, o al menos eso parece con su errónea analogía con carreteras. Le contaré un cuento de la historia de unas carreteras que me parece es una analogía más correcta (alerta con las analogías y cuentos para niños, hay que saber interpretarlos como tal).

Había una vez unas carreteras de una empresa diabólica

Telefónica tiene una red de carreteras de peaje centradas en una ciudad, Españistán, y que conecta a muchos sitios diferentes. Se puede pagar por viajes o una cuota mensual (le llaman tarifa plana). Alrededor de esa red de carreteras se montó una industria comercial y cultural importante, supermercados, bares, hoteles, empresas de transporte, etc. Los usuarios pueden ir a sitios que están cerca, o más lejos, no pagan por la distancia, sólo varía el tiempo que tardan en llegar.

Para la construcción de las carreteras Telefónica tuvo que adquirir terrenos y solares adicionales para su logística. Con el tiempo empezó a alquilar esos solares a otras empresas, por ejemplo bares y restaurantes que querían estar más cerca de la ciudad, así surgió el colocation. Por ejemplo, la cadena de hoteles Bed Systems instaló allí casi cien locales. Con el tiempo esta parte del negocio pasó a ser importante, tanto que otra inmensa empresa de transporte -Akamai- también le alquiló muchos locales. Incluso se Telefónica colaboraba como vendedor de Akamai.

Telefónica tuvo la tentación de poner peajes y carriles con velocidades máximas diferentes dependiendo del destino, la marca de coches o el tipo de mercadería que se transportaba. Los usuarios y algunos miembros del ayuntamiento de Españistán dijeron:

— No, usted debe dar el servicio a todos con la misma calidad independientemente del destino, de la carga o de la marca de coche.

Le explicaron que eso se llamaba «neutralidad de las carreteras» y que era fundamental que cualquier negocio, grande o pequeño, tuviese las mismas condiciones de transporte que los clientes de Mc Donalds o el bar de Pepe.

En sitios más lejanos surgieron supermercados muy grandes que recibían muchos clientes que circulaban por las carreteras de Telefónica. Uno de ellos se llamaba Google. A Telefónica se le ocurrió la siguiente idea:

— Si Google gana mucho dinero con sus clientes que circulan por nuestras carreteras, y dado que que no nos dejan priorizar el tráfico, Google debería pagarnos

— ¡Y una mierda! – le dijeron a coro

Se montó un pollo, Telefónica cedió, por el momento. O eso parecía.

Pero al mismo tiempo Google quería ofrecer una camino más corto -por ende, más rápido- a los clientes de Españistán, que ya eran muchos y la mayoría usaba las carreteras de Telefónica. Por ello Google propone a Telefónica construir a medias una carretera más directa entre Españistán y Google, que sería sólo usada por los automóviles que viajan entre ellos, un peering. Telefónica miraba para otro lado:

— Si no quieres que te cobre, no me pidas ahora favores, ni que gaste dinero adicional para ti sólo.

Casi simultáneamente Google convence al ayuntamiento de Españistán para construir la carretera entre sus centros -Rediris- y ellos. Pero por las normas del ayutamiento, esas carreteras sólo pueden ser usados por profesores y alumnos para sus «salidas de excursión», así que la mayoría de tráfico seguía pasando por las carreteras de Telefónica.

Así pasaron los meses, otros grandes supermercados -como Facebook- también están interesados en tener sus propias carreteras de peering. Hasta que a alguien de Telefónica se le ocurre una gran idea.

— ¿Por qué no mejoramos nuestros solares de colocation, ponemos más servicios y capacidad de entrada y salida de coches a esos solares y se los alquilamos a esas  supermercados con mucho tráfico? Akamai ya lo está haciendo en nuestros propios solares, ¿por qué no hacerlo nosotros?

Y así surgió la «diabólica idea» del CDN. Los usuarios no deberían pagar nada, notarían mejoras en el servicio de carreteras (distancias más cortas, y el resto de las carreteras con tráfico más ligero) y de paso conseguirían dos objetivos:

  1. Que le dejen de insistir en poner carreteras adicionales de peering. La respuesta a los Googles y Facebooks será fácil: «mira, ya te ofrecemos el alquiler de nuestros solares, no nos pidas favores especiales que no damos a otras empresas.»
  2. Lograr que los supermercados finalmente le paguen.

Y todo eso sin infringir la neutralidad que le piden del Ministerio de Fomento y los defensores de los derechos de los automovilistas. Idea tan brillante como diabólica [lo había dicho]

¿Viola esto la neutralidad?

Definitivamente no. No se perjudica a  los conductores, ni a los negocios instalados en sus ubicaciones actuales, ni se discrimina el tráfico por la carga que lleven. Todo sigue igual para ellos, salvo que tendrán a esos supermercados más cerca, y que cualquier otra empresa puede hacer lo mismo. No sólo que bajaría la saturación de la red de carreteras, también generaría más trabajo local en la ciudad de Españistán, y Telefónica estaría sacando dinero de esas empresas que están más lejos y quieren tener buen acceso. En principio son sólo ventajas, no se cambian normas ni leyes, entra en un mercado que ya existe y está maduro. El que no quiera alquilar locales cerca de Españistán, que no lo haga, que siga como está, o que busquen solares que estén más cerca de carreteras interconectadas de otras empresas.

¿Molesta o cambia alguna condición a los «emprendedores» como sugiere el periodista?

No, los que quieran poner bares pueden alquilar los locales a Telefónica -como se hace desde hace más de 10 años-, llevarlos al monte si hay una oferta mejor, o a cualquier otro sitio. Las condiciones serán iguales que antes, y quizás hasta mejor si se producen menos atascos en las carreteras.

No hay más, no hay cambios, no se perjudica a nadie, no se modifica las condiciones de conexión para empresas ni particulaes. Sólo se ponen en alquiler unos solares más cercanos, para que los alquile quién quiera.

¿Podría generar problemas de neutralidad?

Por supuesto, Telefónica podría intentar saltarse la neutralidad, pero para eso no le hace falta alquilar sus solares.

¿Podría usar esos solares para dar ventaja competitiva a los que se colocan allí sin necesidad de priorizar tráfico y violar tan claramente la neutralidad?

Claro, podría, pero para ello deberían dejar de construir nuevas carreteras -o incluso destruir o descuidar las existentes- para que todas sus carreteras hacia sitios más lejanoes a solares estén saturadas, sean más lentas, y con atascos. Pero en este caso no estarían violando la neutralidad, sino haciendo algo peor y más evidente: dar un servicio universalmente pésimo.

Como la inmensa mayoría de los locales seguirán estando en otras ciudades, el servicio sería malo para casi todos, lo que provocaría que los usuarios empiecen a viajar por carreteras diferentes a Telefónica que ofrecen servicios similares: ONO, Jazztel, Orange, Vodafone…

Aunque iría completamente contra la lógica básica del negocio, podríamos imaginar -como ejercicio mental no improbable- que los directivos de Telefónica son unos psicópatas y deciden perjudicar a las millones de empresas que aportan valor a su red de carreteras, y que por alguna extraña razón los clientes no puedan cambiarse de otros concesionarios. Pero en este caso no se trataría de «problema de neutralidad», sino de que una empresa de servicios básicos en un mercado oligopólico estaría prestando un servicio [neutralmente] pésimo.

¿Qué haríamos?

Habrá que estudiar otras medias, desde prohibir a Telefónica que alquile solares mientras sea propietaria de carreteras, hasta nacionalizar las carreteras, o los solares. Lo que me lleva al verdadero fondo de la cuestión -que no era hacer un cuento infantil de algo que creo es obvio- ¿de verdad un «liberal» está pidiendo que se regule más a una empresa sólo porque se imagina que podría tomar decisiones psicóticas que sólo perjudicarían a la empresa? ¿o ahora le molesta que seamos objetivos y no tan «talibanes» como nos acusaba?

No me lo habría esperado. Por lo que sospecho que debe haber algún otro «interés» para romper con profundas convicciones económicos-sociales de esta manera. O quizás es sólo ignorancia de lo que se reclama con «neutralidad»… pero tampoco me parece tan difícil.

En todo caso, si se decide regular aún más para que Telefónica no pueda alquilar solares, o se la nacionaliza, me daría igual, no soy cliente de Telefónica -ni como usuario, ni como empresario-. Pero en este caso que expliquen los verdaderos motivos y no pongan la excusa de neutralidad aprovechando que el Pisuerga no pasa por Españistán.

De todas formas, Daniel, me alegra que repentinamente seas un sociata regulador y talibán de la neutralidad. ¡Ah, no! que sólo querías mostrar nuestras incoherencias, vale, pero busca otras excusas y analogías mejores. La que has usado es muy mala, errónea, no está a tu nivel, y lo sabes 😉