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Leí hace un tiempo varios artículos, entre ellos de Jaron Lanier, en la misma línea: el que cualquiera pueda expresar su opinión en Internet y que esta llegue a mucha gente no mejora el debate, lo empeora. Sus argumentos giran en que antes escribía una élite que se supone más informada, con argumentos más racionales y logicos (valga la redundancia). Por el contrario, afirman, ahora cualquier desinformado puede opinar, y no es necesario ni se le exige que argumente adecuadamente, basta que escriba frases suficientemente demagógicas atractivas para que estas se difundan y pasen a ser el núcleo del argumentario popular.
Yo creo que tienen una gran parte de razón, pero están equivocados en el fondo de la cuestión. Vayamos primero en lo que tienen razón.
Desde la distancia seguí el apasionado debate con final espectacular sobre la Ley Sinde y lo que estaba leyendo lo resumí en tweet:
Al fin y al cabo la hipocresía es también un derecho democrático.
Debo matizar que no todo debe ser hipocresía, sino simple inconsistencia intelectual de gente que está convencida que lleva la razón sin meditar unos segundos sobre sus grandes contradicciones. Una de las más importantes fue el apoyo popular al «cierre de protesta» de sitios que se lucran directamente con las obras intelectuales de terceros sin dar ningún tipo de compensación (no, hay que insistir, no es lo mismo legal ni éticamente el P2P de chavales que comparten música y pelis sin ninguna intención de lucro que montar un sitio web con fines de lucro).
Bien, hasta allí sólo parece una defensa y promoción con el que estarían de acuerdo los favorables al «todo gratix«. Pero no es así, recibió el apoyo de las mismas personas que luego se escandalizaron porque Cuatro usó dibujos de JRMora en un noticiero. Más allá de que no entiendan o tengan una visión muy restrictiva del fair use del copyright (aunque también se enfaden porque Tele5 no deje usar sus imágenes La Sexta), hay una contradicción enorme: la cultura es libre, no se puede poner puertas al campo, etc. etc. siempre y cuando no sean mis obras o la de mis amigos.
Si habéis leído hasta aquí ya muchos habrán justificado «pero los dibujos de JRMora tienen una licencia CC que impide el uso comercial». ¿Y? ¿Acaso eso no es poner también restricciones a la divulgación de la obra propia? Claro que sí, pero se la disfraza con «es una chupilicencia CC». Es decir, se usa voluntariamente una licencia con restricciones –que no es libre– pero se niega el derecho a los demás a poder poner restricciones a sus obras. Peor aún, se defiende el derecho a no respetar las restricciones de los demás, se apoyan manifestaciones para defender a sitios que lo hacen con fines de lucro, pero se escandalizan porque se usen las obras propias unos segundos en un medio.
No es coherente, no tiene sentido, no tiene justificación lógica.
Algunos intentan racionalizarlo con «esos son los grandes medios, que lo usan con fines de lucro, nosotros somos unos pobres bloggers». Hay dos problemas con esta [no] justificación. Si el que sea de lucro justifica el reclamo ya queda invalidado automáticamente la defensa de los sitios –con fines de lucro– que ponen a su disposición el acceso o descarga no autorizada de copias. Éticamente el «lucro» tampoco justifica nada, porque al fin y al cabo se ponen restricciones sobre el uso que hará el poseedor de una «copia» (por eso las licencias de software libre no ponen restricciones en estos aspectos). Además, ¿cómo diferenciamos cuando es con fines de lucro o no? ¿Acaso un blog con AdSense no saca lucro? ¿O el lucro lo definimos sólo por el volumen de negocio que genera? ¿Lo definimos por la declaración de la renta? ¿Cuánto es el mínimo?
Es absurdo, no tiene el mínimo de coherencia, no hay ninguna logica. Pero es habitual ver este tipo de «argumentacion basada en los fines». Es decir, se adivinan los perversos fines de los demás, se asume que los nuestros son siempre los buenos o mejores y con eso justificamos los medios: aunque hagamos lo mismo que los demás, lo nuestro se justifica automáticamente porque aseguramos que nuestros fines son mejores.
Seguramente todos estaremos de acuerdo que en democracia lo importante son los medios, no los fines. Así nos quejaremos y reclamaremos la importancia de los métodos democráticos, de la intervención independiente de los jueces, de la transparencia de las deliberaciones, de lo malo que son los lobbies, de lo bien que hace Wikileaks a la democracia porque hace público que los medios de los gobiernos democráticos no son nada democráticos y por lo tanto corrompen a la democracia. Bien, nos felicitaremos por ello, haremos manifestaciones, exigiremos dimisiones, escribiremos manifiestos, etc. etc. pero a la hora de ir a escribir a nuestros blogs o en Twitter aplicamos la misma táctica que criticamos: yo tengo el derecho a poner restricciones a mis obras, ellos no, porque nuestros fines son mejores.
O yo reclamo que el gobierno no pueda cerrar webs sin intervención judicial porque es censura, aunque yo me reservo el derecho a cerrar otras webs por el método tan democrático de un DDoS (y además no sera censura porque esas webs no son bla bla bla).
Esta subordinación a los fines no ocurre sólo en este debate, es muy habitual. Así tenemos a «periodistas [convertidos a] digitales» que manipulan, hacen sensacionalismo, no verifican ni contrastan la información o las fuentes, acusan de grandes conspiraciones… pero si les criticas esa falta de profesionalidad que exigen a los demás responderán con argumentos del tipo «lo hacemos porque los demás lo hacen peor, nuestro objetivo es humanizar la información, buscar un mundo más justo, etc. etc.» Es decir, otra vez, los fines sobre los medios, aunque en la explicación de esos fines quede muy evidente la impostura intelectual.
Da igual, aplaudiremos estos argumentos, retuitearemos sus eslóganes, exigiremos a los demás lo que no somos capaces de hacer nosotros. Reclamaremos total libertad para saltarnos el deseo y restricciones de los otros autores al mismo tiempo que exigimos el derecho que se nos respeten las nuestras. Escribiremos apuntes –sin las citas adecuadas, y muchas veces sin respetar la licencia original– con refritos de otros sitios, textos y datos de la Wikipedia, fotos de Flickr y vídeos de Youtube y hasta textos e imágenes de los «grandes medios» pero montaremos otra escena si vemos que alguien nos copió o que usen una foto nuestra en un telediario. Diremos que «Series Yonquis hizo por el inglés más que las educación publica» [sic] pero nos olvidaremos de los autores y empresas de esas series en inglés (y que muchas vienen de canales de pago de un país donde no existe el derecho a copia privada). Nos quejaremos que Google borra de Youtube vídeos con copyright (o Facebook, para el caso), pero luego le diremos al gobierno que a ver si se atreve a ir contra Google por los enlaces del buscador… pero [oportunamente] nos olvidamos que Google está obligado a aplicar la DMCA y borra enlaces si hay denuncias por copyright como hace en Youtube.
O tendremos a grandes activistas que nos dicen que sus apuntes Creative Commons (eso sí, con restricciones del tipo «uso no comercial») les dan autoridad para reclamar contra el copyright y exigen a las productoras y editoriales que se adapten al mercado, pero que ellos no son capaces de liberar las «obras» que hacen para sus empresas y que les paga la hipoteca.
Así, es toda una gran impostura. Hasta cuando se pretende usar datos «científicos» y se coge un estudio de la BSA sobre la piratería de software para mostrar que la «piratería general» en España es muy baja… aún cuando critiquemos esos estudios interesados de los lobbies y nos olvidemos de detalles tan importantes como que la copia de software en España sí es ilegal a diferencia de las obras artísticas.
Personalmente llevo involucrado en esto del software libre y temas de copyright desde hace casi 20 años, aún así cada vez entiendo menos de qué es lo que reclamamos, a qué es lo que queremos llegar, ni los argumentos y métodos que usamos. Me imagino el problema de los no iniciados para intentar comprendernos, y tambien encuentro muy comprensible el enfado de los radicales pro copyright. Nuestros argumentos son tan flojos, contradictorios e incoherentes como el de ellos, nuestros métodos son tan «democráticos» como el de ellos. Sólo cambia en que ellos tienen más acceso al poder que nosotros. Nuestros reyes están tan en pelotas como los de ellos.
Me corrijo, no todos nuestros reyes están en pelotas, algunos llevan su [poca] ropa con gran dignidad y coherencia. Es lo positivo que nos está dejando todo esto de que «cualquier puede publicar su opinión».
El párrafo anterior me da pie para ir acabando con este apunte y volver al «fondo de la cuestión» que decía antes: es falso que el elitismo de la era pre Internet nos haya dejado mejores argumentos e información. Sólo basta mirar las portadas de algunos periódicos como de La Razón con datos de estudios falsos, artículos de encumbrados «intelectuales» de la «élite» como Alejandro Sanz o Muñoz Molina, o de políticos ex-candidatos a la presidencia de Madrid en uno de los periódicos más importantes (si no el más) como El País. ¿Esa era le élite que nos informaba mejor? ¿que nos ayudaba a razonar y reflexionar? Niego la mayor, fue todo lo contrario. De hecho llevamos décadas aprendiendo de ellos que lo importante son los fines, estos nos justificarán cualquier burrada, las manipulaciones, la falacias, las mentiras, el cinismo, la hipocresía.
Ya que mencioné a El Pais, el negocio total del cine y la música española que ni en sus mejores épocas llegó a los 1.000 millones de euros es más o menos la tercera parte de la facturación del Grupo PRISA. Manda huevos que todo esto sea ridículo hasta en los números fríos, por eso adquiere más relevancia lo publicado por Wikileaks (aunque haya sido conocido): esto no va de la «cultura española» aunque publiquen numeros espectaculares de su porcentaje de PIB (si sumamos el PIB que reclama cada sector o lobby español llegaremos a la conclusión que el PIB español es el 500% del PIB español).
Postdata: Estoy casi en el medio del campo en el culo del mundo, escribiendo este apunte con el 3G de mi teléfono (que sólo llega a «edge») y con casi 40 grados de calor, disculpad que no haya puesto enlaces, se me hace muy lento y agobiante. Agradeceré a los que los pongan en los comentarios.
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muy de acuerdo, pero matizando:hay una diferencia; creo que mucha gente piensa que lo importante es la parte de no señalar la autoría, que es lo que no hizo Cuatro de primeras. La explotación comercial, en un caso como en el otro, con ánimo de lucro, no es ética, obviamente… lo que nos deja con que deberían cerrar cuatro;al menos los de las webs de enlaces ponen quién es el autor de la música y/o serie :-)))))
La ley me parece mala y no quería que saliera adelante, pero no porque no se cerraran las webs de enlaces, que en mi opinión deben ser cerradas, sino por el procedimiento definido en si. Olía de lejos que abrían una puerta para otros cierres de webs incómodas. O igual yo soy muy paranoico.
Pero, por otra parte, cada vez que alguien decía algo como «no se si podré seguir usando el jdownloader», o tontadas como lo del inglés, casi deseaba que la ley se aprobara. Luego nos dicen que queremos el gratis total y con cosas así cuesta decir que no.
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En un mundo plural, con una cultura variada y con una educación que va por barrios, tiene que haber de todo. La mayoría de los que estábamos en contra de la Ley Sinde no era por su fin, sino por las formas. Estamos de acuerdo en que los creadores deben de cobrar por lo que hacen, exactamente igual que el panadero, el mecánico o el albañil, el problema viene cuando quieres pagar por un producto y no tienes una oferta legal para adquirirlo, el mercado no te deja otra opción que adquirirlo donde sea y como sea. Es necesaria una oferta de cultura acorde con el siglo XXI, una oferta en la que si a mi me gusta una canción, no me obliguen a comprar un disco completo, una oferta en la que pueda ver una película en casa sin tener que ir a una tienda a compra el DVD y una oferta donde pueda ver una serie que me gusta sin depender de que lo emita una cadena de televisión. Hasta que la «industria cultural» no entienda esto y nos ofrezca una alternativa a un precio razonable, no nos quedara otro remedio que «piratear» los contenidos. Esto es una opinión personal dada desde mi pequeño conocimiento.
El artículo de Alejandro Sanz en el País: http://www.elpais.com/articulo/cultura/dictadura/Senores/Red/elpepicul/20101223elpepicul_2/Tes
Curioso, en su artículo podemos ver algunas de las quejas que antes podíamos ver de parte de quien se oponía a la Ley Sinde, como acusar al ‘bando contrario’ de fascismo y como se pisotean los derechos de algunos.
postazo!
Enhiro:
que argumento puedes usar para ver correcto el cierre de una web de enlaces si esa misma web no alberga ningún contenido protegido?
Desde cuando es ilegal enlazar contenido de Internet?
Luego apuntar una cosa a Gallir: equiparar los posibles cierres de páginas que se producirían si esta ley hubiese salido adelante con un ataque DDOS me parece demasiado atrevido. Es como comparar en cortar una calle durante un corto periodo de tiempo en señal de protesta, con un cierre definitivo de la circulación por esa calle y hacerla peatonal.
Hay que comprender que los dos bandos en todo este asunto, no juegan con las mismas armas, y que al ciudadano de a pie, poco le queda para hacerse oír en este mundo de gobiernos corructos e industrias poderosas.
No será políticamente correcto, pero siempre he pensado que en cierto momento uno tiene que pasar de escribir un manifiesto y quedarse sentado a ver como te la meten doblada una y otra vez, a la acción.
Saludos
Yo siempre he considerado las restricciones de la licencia CC by-nc-sa como una forma de llevarle un seguimiento a mis «aportes culturales», no es por querer hacer un mini monopolio de nicho.
Si alguien quiere hacer un uso comercial de mi obra, sería interesante que me cuente, quizás de alguna forma podría colaborar con esa persona, no es sólo por pedirle una tajada de sus ganancias.
Por ejemplo si es una pyme lo más probable que le extienda una autorización especial sin cobrarle nada (supongo que bastará con un email donde pongo eso por escrito), pero si es una multinacional, no veo problema en exigir un precio justo por mi trabajo.
Saludos gallir, siempre es muy interesante su blog.
Pingback: Rimero de enlaces: Christmas Eve Extravaganza
Muy interesante me parece el enfoque de la aportación de internet al debate público. Todo un tema por sí mismo, y muy largo.
Respecto al tema propiamente dicho, cuyo debate no he seguido a fondo, no veo gran diferencia entre las melonadas de una parte y las de la otra. Bueno, si acaso, que unas melonadas tienen nombres sonoros y pretigiosos, como Arcadi Espada o Fernando Savater, y las otras tienden a ser masa desconocida para el público en general, lo que tal vez les da más disculpa.
Pero me choca que los «anti Sinde» se dejen llevar al huerto de derechos de autor si / no, en términos absolutos, cuando parece que lo que se trataría es de qué derechos de autor, hasta donde, y en qué circunstancias. O sea, los malditos detalles. Se trata de una cuestión política, de cómo queremos que sea la sociedad; no un derecho divino instaurado por un presunto creador en la noche de los tiempos.
Al margen, un enlace / argumento que puede ser interesante, de Der Spiegel en agosto pasado.
The real reason of Germany’s Industrial Expansion?.
Buen post Ricardo. Creo que un es buen resumen de lo que las argumentos que hay en internet sobre el tema de las descargas. ¡ Gracias !
Como Alejandro Sanz desde hace tiempo no vive en España, tampoco no paga impuestos en España; así que no le importa realmente la piratería o Sinde, solo lo entrevistan porque es el artista mas conocido de España (Ramóncin y Shaila Dúrcal no le llegan a los talones )
Uau, tremendo post!
Gracias, saludos
Leí tu entrada con el móvil, por lo que no me atreví a comentar.
1ª conclusión: ( por que la entrada da pie e reflexiones ) creo que es preciso ir más allá de la reivindicación y plantear una alternativa.
El resto de conclusiones las dejo para más adelante…yo siempre dudo.
Un abrazo
Estoy bastante de acuerdo con este post que, en mi opinión, desnuda el alma egoísta de los españoles.
Los intermediarios del negocio cultural (música, cine, libros, etc.) siempre se han llevado entre el 80 y el 99% de los ingresos por ventas. Esto siempre ha sido así y es una tradición que no debería cambiar ahora por culpa de Internet.
Además, los autores y creadores siempre se han sentido cómodos y bien remunerados por la llamada «industria cultural» pues a ellos no les importa ni les interesa que sean los intermediarios los que se lleven el dinero pues saben que sin estos comercializadores la cultura ni siquiera existiría.
Por otra parte, es evidente que hay que controlar a los consumidores (en este caso los internautas) pues estos tienen un enorme poder para someter a las grandes empresas y obligarlas a hacer lo que ellos quieren. Esto lo hemos visto claramente en el caso de los recientes ataques DDOS, algo totalmente inaceptable, inadmisible en una democracia moderna que sin duda debería ser mas selectiva, evitando que puedan participar y opinar en ella todos aquellos que no están preparados y que no son mas que miembros de una masa informe, manipulable e hipócrita, el tipo de gente que solo se informa de la realidad mirando en la TV el «Sálvame de luxe».
Seamos serios: necesitamos un poco de control y de censura útil, en el mejor de los sentidos, por parte de las autoridades. Pues ellos están preparados y saben guiarnos mejor que nosotros mismos. ¿Que habría sido, por ejemplo, de la huelga de los controladores aéreos si no nos hubiesen salvado los políticos del gobierno imponiendo el «estado de alarma» en el que hoy vivimos?
Evitemos entonces el caos aprendiendo a delegar en aquellos que saben lo que hacen y que están mejor preparados que nosotros. Y dejemos de lado la demagogia barata comenzando por aceptar que, para que el poder pueda administrar correctamente una sociedad es imprescindible que disponga de medios y estos solo los conseguirá recaudando. Esto solo se solucionará cuando el ciudadano-consumidor deje de pensar de manera egoísta y ofrezca su dinero de manera desinteresada a aquellos que tienen a bien administrarle por su propio bien, el de su familia y el de toda la sociedad en su conjunto.
Un análisis sensato. La gente se ha echado al monte y se ha puesto en un lado u otro, sin comprender posturas intermedias. O estabas a favor de las descargas sin límite y de la utilización de cualquier obra intelectual como te naciese del alma o estabas del lado del Santo Oficio de la SGAE. Y si estabas en medio, eras malo tanto para unos como para otros. Cuando realmente, lo sensato y lo lógico era estar en cualquiera de las situaciones intermedias, porque al fin y a la postre todos somos en algún momento «creadores de cultura» y no nos gustaría que cualquiera tomase nuestras ideas y las difundiese como propias, o se lucrase con nuestro trabajo sin que nosotros viésemos el beneficio del mismo.
Así que bienvenidos sean todos los comentarios que, como el tuyo, lleven a que la sensatez se imponga en ese debate de insensatos en que se convirtió la discusión de la dichosa (y legislativamente mal parida) disposición adicional de la LES, inexplicablemente llamada «Ley Sinde».
Pingback: El río | ALSD.es
Estaría bien una fotillo de Ricardo para http://www.damoslacara.net 🙂
@pequeñopony http://twitter.com/#!/gallir/status/22739584928456704
La verdad es que en España cada cual saca sus números sobre la piratería, la economía sumergida en su sector, etc… y el problema se lanza al aire cómo si fuese un verdadero y real problema de la sociedad cuándo de lo que estamos hablando, por ejemplo en este caso, es del negocio de unas personas no del peligro de la cultura en general. No existe necesidad de una tutela por el estado cuándo todo se basa en unos datos no contrastados que muestren ese peligro real.