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Desde 1993, cuando empecé a dar clases de sistemas operativos, lo hice con software libre cuando aquello era cosa casi de hackers delincuentes sin ningún apoyo institucional (más bien todo lo contrario). Hice contra viento y marea activismo y promoción de los valores y ética del software libre. Me ocasionó enormes problemas en la universidad, como todo un catedrático decano que pidió que me echen por pedir a la escuela que use formatos estándares (consideró una «falta de respeto a la Escuela»), o todo un catedrático director del Centro de Cálculo que hizo lo mismo porque dije públicamente que el mierda de sistema überprivativo y carísimo de correo de mi universidad era una «mierda» (lo consideró un insulto a los trabajadores del centro).

Mi universidad recibió cartas de rabiosos me acusaban de promover el odio y la violencia en las aulas [sic] por defender el software libre, tuve que aguantar que esas mismas personas montasen falsos blogs de alumnos acusándome hasta de acoso sexual, o que tenía expedientes abiertos en la universidad por esos mismos acosos y por robar dinero. Tuve que aguantar que dejar de escribir en el blog de la universidad porque estas mismas personas escribieron quejándose de que sacase los trapos sucios de falsos «observatorios», y que luego publicasen en Indymedia todos mis datos personales (rápidamente copiado por otros blogs). Trabajé duro en la asociación Bulma, que también me ocasionó no pocos problemas por tener el servidor en la universidad aunque se publicaron allí decenas de miles de artículos técnicos para ayudar a la instalación y uso de software libre

Durante diez años tuve que montar GNU/Linux de forma personal y no autorizada en un aula informática para poder dar clases con él. Cuando se dio la oportunidad monté –con mucho trabajo y sin contraprestación alguna– un aula sólo de software libre que seguimos usando y está saturada a pesar de ser un zulo de una viejo depósito bibliotecario. Di decenas de conferencias de software libre, muchas de ellas pagadas con mi bolsillo y para cumplir mi compromiso con la FSF (de la que soy, o era, portavoz oficial).

Todo el software que desarrollo lo libero, aún como en el caso del Menéame, que es el núcleo de la empresa. Desarrollé también gran parte del software de Bulma (liberado), algún parche del kernel de Linux, el cpudyn, el WP-Cache, escribí en revistas especializadas, etc. etc. etc.

Tuve que afrontar y aguantar decenas de amenazas legales. En mi blog por mis opiniones a favor del software libre o contra la SGAE, y en Menéame por defender que los internautas puedan opinar más libremente y desde el anonimato. Por ello me acusaron hasta de pederasta en varios foros y blogs montados expresamente (y usando fotos de mis hijas pequeñas). Tuve que aguantar esto por meses, y en las denuncias a la Guardia Civil y la Policia Nacional me decían que no podían hacer nada por ser de un extranjero y ser sólo una «causa civil», que no penal.

También hemos recibido decenas de emails de abogados de Ramoncín para que eliminemos comentarios, pero nos hemos puesto duros con el Bufet Almeida (de Carlos Almeida) y no hemos borrado ningún comentario, gracias al tiempo dedicado para analizar el caso legalmente y responder como tocaba.

Hace dos años y poco hemos tenido un DDoS bestial durante días por republicar un artículo en Genbeta, que también estaba siendo atacada. No sólo lo hemos podido sortear (no estuvimos ni hora y media fuera de línea) sino que dedicamos cientos de horas en encontrar a los culpables y denunciarlos públicamente, a la Guardia Civil, en Argentina, pasamos información al FBI y a Interpol (entre otras cosas descubrimos estafas de phishing y keylogging para obtener tarjetas de créditos). Al denunciar estas cosas públicamente recibí llamadas telefónicas, emails y comentarios con amenazas graves (una de ellas venía… ¡del hijo del responsable de la investigación de la Policia Federal Argentina!). También atacaron a mi blog en WordPress.com, que ocasionó la caída de WordPress y el cierre de mi blog (que lo puede recuperar sólo porque conocía personalmente y tenía contacto directo con Matt Mullenweg). Por cierto, después de juntar muchas evidencias clarísimas, un expediente de cientos de páginas y 2 CDs llenos de capturas, la justicia archivó el caso por no ser ilícito según el código penal todavía vigente.

En resumen y para no hacerlo largo: llevo 17 años de compromiso completo y activo con el software, la cultura libre, y con el debate público. Fui víctima de un gran DDoS (y varios más pequeños que nadie nota). Pasé angustias y momentos muy malos que afectaron negativamente todos los órdenes de mi vida, personal y laboral. Pero ahora viene cualquier mindundi que en su vida hizo nada positivo por estos valores que nos acusa de «hipócritas» por no estar de acuerdo con el DDoS a la SGAE y el MCU.

No, cuando empecé hace 17 años no creía que la supuesta revolución iba a ser esto. No me refiero a la «tontería» del DDoS de chavales norteamericanos que no saben ni lo que significa MCU, sino al triunfo de la tiranía de las multitudes, la victoria de la necedad, el ritual del odio contra el que disiente. Pongamos que hablo del forchanerismo de los que deberían ser adultos.

Lo dicho, pensé que se trataba de construir la alternativa desde sus cimientos, no de destruir lo que criticamos usando sus mismos métodos. Menos aún apoyar y festejar que lo hagan adolescentes extranjeros en nuestro nombre.

Yo me bajo aquí.