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argumento.

(Del lat. argumentum).

1. m. Razonamiento que se emplea para probar o demostrar una proposición, o bien para convencer a alguien de aquello que se afirma o se niega.

Diariamente nos encontramos con todo tipo de argumentos. Desde conversaciones de ascensor, conversaciones de café, artículos periodísticos, políticos en la televisión, propaganda y por supuesto artículos y comentarios en la blogocosa.

Aún así, cuando están por escrito o fuera del contexto de una «conversación cara a cara» es muy difícil encontrar argumentos que estén estructurados y sigan la lógica básica que se espera de un buen argumento, la estructura ARE (en inglés CRE: claim, reasons, evidence):

Hago esta Afirmación por estas Razones basado en estas Evidencias.

Este problema no es sólo de los políticos, la blogocosa o los periodistas, también a los profesores de universidad nos cuesta mucho que los alumnos sean capaces de elaborar un buen argumento. Una de las razones que explicarían el problema es que salen de instituto acostumbrados a hacer resúmenes –explicar brevemente los argumentos de terceros– y esperan que la universidad sea más de lo mismo pero más extensos y sobre temas más complejos.

Las sociedades –sobre todo las democráticas- y comunidades organizadas existen gracias a la existencia de los argumentos que empezamos a practicar desde pequeños, solemos hacerlo bien en conversaciones breves que permiten una interacción rápida y así podemos contruir el argumento con la «estructura correcta»:

  • Deberíamos detenernos en una gasolinera (afirmación)
  • ¿Por qué lo dices?
  • Queda muy poca gasolina (razón)

El anterior es un argumento básico construido a partir de una conversación. El tema es sencillo y no necesitó  continuar, pero podria haber sido completado con:

  • ¿Cómo lo sabes?
  • Porque se acaba de encender la luz de reserva de combustible (evidencia).

Muchas veces es difícil distinguir una afirmación de una razón. Por ejemplo si tomamos por aislado «deberíamos detenernos a cargar gasolina» y «queda muy poca gasolina» ambas podrían ser consideradas afirmaciones. Lo que diferencia a una razón de una firmación es que la razón sirve de soporte a la afirmación. Es decir, la razón está subordinada a la afirmación.

Otras veces es difícil distinguir entre razones y evidencia, pero no son lo mismo:

  • Las razones nos las «inventamos».
  • La evidencia existe y es externa, podemos indicar a nuestro lector o interlocutor «allí están».

Pero la estructura ARE no lo explica todo. Hay dos componentes más que son fundamentales Reconocimiento&Respuesta (Acknowledgment&Response) y Justificación (Warrants)

Es fácil detectar el R&R en la conversación anterior, por ejemplo el «¿cómo lo sabes»?, o pueden ser «¿seguro? si acabamos de cargar» o «el indicador de reserva no funciona correctamente». El R&R es lo que piensa u opina el interlocutor o lector y que es reconocido y respondido por el autor.

Este R&R puede afectar en todo el proceso de construcción, a la relación entre la afirmación y razones (¿por qué lo dices?, acabamos de cargar), a la relación entre las razones y las evidencias (¿cómo lo sabes?) o poner en dudas a las mismas evidencias (el indicador no funciona correctamente).

Justificación es aquello que une lógicamente al ARE. El lector o interlocutor puede estar de acuerdo en las razones y la evidencia, pero pueden pensar que la afirmación no está justificada lógicamente. Por ejemplo supongamos que el siguiente caso donde las razones y las evidencias son válidas, pero no tienen una estructura lógica:

Debemos parar en una gasolinera […] queda muy poca […] está lloviendo

o

Debemos parar en una gasolinera […] debería ir al baño […] el indicador de reserva se encendió

En el primer caso la evidencia no tiene relación con las razones. En el segundo ejemplo son ambas «correctas», la razón sirve de soporte a la afirmación, la evidencia en último caso también, pero la evidencia no sirve de soporte a la razón.

El razonamiento crítico es muy bueno para resolver problemas o encontrar respuestas. Podemos hacerlo introespectivamente, en silencio, pensando nosotros mismos. Pero a veces es más fácil y se obtienen mejores resultados si lo hacemos colaborativamente –por ejemplo en un blog–.

Lo que ocurre  frecuentemente es que debemos hacer más que sólo resolver un problema, debemos explicarlo a los demás y convencerles que nuestra solución merece ser considerada. Aunque muchos piensan  a los argumentos como intercambio hostil entre dos personas para coercitivamente llegar a un acuerdo, en el mejor de los casos los argumentos son las vías para cooperar con otros para encontrar y ponerse de acuerdo en buenas soluciones para problemas complejos. Algunos llaman a este proceso pensamiento crítico colaborativo.

¿Qué es un buen argumento?

Con la cantidad y variedad de argumentos es imposible identificar todos los usos posibles. Pero hay dos usos que resaltan:

  1. convencer a los demás de que piensen o actúen como decimos,
  2. decidir por nosotros mismos qué debemos pensar o hacer.

Aunque muchos piensen que el principal uso es #1, los pensadores más críticos usan los argumentos para desarrollar y verificar sus propios razonamientos cuestionando sus ideas de la misma forma en que lo harían los demás (un ensayo es una forma es hacerlo por escrito).

Los filósofos afirman que nuestro pensamiento racional –razonamiento– es uno de nuestros mayores logros. Pero es muy difícil definir qué es el razonamiento. No es conocer conocer muchos datos, o reglas de lógica, no requiere educación formal, incluso no es saber la «verdad» porque lo que hoy asuminos como verdad luego puede ser demostrada como falsa cuando aumenta el conocimiento o la perspectiva.

Lo que sí parece haber acuerdo es que el pensamiento racional es fruto de nuestra maduración.

Poco a poco vamos aprendiendo que los demás no aceptarán nuestras afirmaciones sin probarlas. Ese proceso de maduración involucra desarrollar el auto control para pausar nuestros pensamientos, así no sólo examinamos nuestras creencias, sino también investigamos si tenemos suficiente evidencia para aceptarlas. En esas pausas podemos poner en práctica otras habilidades racionales:

  • Paciencia para recolectar toda la información que la situación permita (recuerdos, experiencia, observación, investigación).
  • Escepticismo para no aceptar la información en primera instancia, sino que hay que cuestionarlas para verificar que sean factuales.
  • Habilidad lógica para usar los hecho para arrivar a una conclusión construyendo al estructura completa de un argumento.

Además de que los argumentos dan soporte al pensamiento crítico, es reconocido que los argumentos tambien:

  • Dan sustento a las comunidades
  • Definen a las comunidades académicas y profesionales.
  • Son condición necesaria para la democracia.

No son argumentos:

  • Negociación: no hace falta llegar a un acuerdo sobre las afirmaciones, razones o evidencias, sólo el precio que pagamos para «intercambiarlas» o aceptar «pulpo como animal de compañía».
  • Propaganda: A veces parecen argumentos porque ofrecen afirmaciones y razones, pero los propagandistas no se preocupan si las razones son buenas, sólo que «funcionen», normalmente explotando las emociones de la audiencia. Tampoco se preocupan en lo más mínimo si otro punto de vista debería hacer cambiar el suyo.
  • Coerción: Resuelve los problemas con amenazas, que se presentan a sí mismo como autoridad.

Estos tres tipos de discursos «no argumentos» no son siempre irracionales o faltos de ética. Cuando aplicamos la negociación, propaganda y coerción a los niños le llamamos «cuidados paternales». Tampoco es irracional amenazar o negociar con terroristas que tienen rehenes. El desafío es saber cuando es mejor usar uno u otro tipo de discurso.

Hay pocas dudas que en una «conversación civil democrática» –política, periodismo, foros, blogocosa– el mejor tipo de discurso es el argumento.

Argumentos para la «conversación civil»

Cuando escribimos o participamos en conversaciones debemos tener hacer al menos tres cosas:

  • Ofrecer el tipo de soporte que esperan nuestros lectores.
  • Demostrar las cualidades de pensamiento crítico que anima a que nos consideren creíbles.
  • Incorporar la visión de los lectores imaginando sus objeciones y contestarlas en el argumento.

Es más más fácil hacerlo en una conversación que en un escrito. Aunque es más difícil hacerlo por escrito, si lo haces en un foro o blog que permite una interacción con lo usuarios aumentas la probabilidad de acabar con un buen argumento colaborativo.

Tipos de preguntas de los lectores

De todas formas por escrito siempre hay que imaginar las preguntas de los lectores. Afortunadamente sólo hay cinco tipos a las que estamos acostumbrados a contestar una y otra vez en conversaciones:

  1. ¿Cuál es la cuestión? ¿Cuál es la afirmación que yo debo hacer o creer?
  2. ¿Por qué debería estar de acuerdo? ¿Qué razones puedes darme que soporten a tu afirmación?
  3. ¿Cómo sé que son buenas razones? ¿Sobre qué hechos te basas? ¿Cuál es la evidencia que tienes?
  4. Pero, ¿Has considerado otros puntos de vista? ¿Has visto lo que dice fulanito? ¿Reconoces que hay  una alternativa? ¿Cómo respondes a ella?
  5. ¿Cuál es tu lógica? ¿Qué principios  hace que tus razones sean relevantes a tu afirmación? ¿Cuál es la justificación?

Argumentos en los «medios»

Cuando leemos periódicos, escuchamos la radio o vemos la TV estamos siendo lectores pasivos de muchos argumentos. ¿Pero se ajustan todos a las reglas de construcción de un argumento? ¿Incluyen las preguntas que se haría una audiencia crítica?

Encontramos tres tipos de fallos habituales.

Fallos en el argumento del entrevistado

Cuando el artículo refleja el argumento de un tercero o un entrevistado. El objeto del artículo falla en construir un argumento sólido y el periodista no es capaz de detectar los fallos ni plantearle las preguntas que se harían los lectores. Un ejemplo estereotípico –aproximado– y de actualidad en las conferencias o entrevistas a políticos:

Según nuestras previsiones de crecimiento España no entrará en recesión […]  El FMI está equivocado porque nuestros estudios dicen lo contrario […] Nuestros estudios son fiables porque lo confirman los informes del BCE

La afirmación es «España no entrará en recesión». Las razones, las previsiones de crecimiento. Se prentende pasar a los estudios del BCE como «evidencia» mientras se le deniega la misma categoría al informe del FMI.

Estos casos parecen ser un problema de experiencia en pensamiento crítico del entrevistador o periodista.

Fallos en el argumento del periodista

En otros muchos casos los fallos también son del propio periodista. En muchos casos falla en la estructura  y la justificación lógica. Es muy común en el caso de estadísticas donde no existe una lógica entre las razones y las evidencias, por ejemplo un caso extremo –que quizás haya sido escrito–:

Titular-afirmación: El calentamiento global favorece a la salud de los bebés

Razón: La mortalidad infantil se ha reducido drásticamente en los últimos 50 años a la par que se incrementó el cambio climático ocasionado por el hombre.

Según estudios de la Universidad de Michiapunga que analizó la mortalidad infantil…

Este es un caso típico que elabora un razón correcta, toma dos «evidencias» no relacionadas y las usa para elaborar una razón y afirmación errónea. Se llama confundir casualidad con causalidad (como bien ironizaba la broma que relacionaba la desaparición de los piratas con el calentamiento global).

Otros fallos habituales del periodismo es presentar argumentos razones que aparentan correctas o razonables pero que no presentan ninguna evidencia que las sustente. Por tomar un caso reciente. Se trata de una sub-afirmación que pretendía servir de sustento a otras afirmaciones de mayor grado.

[…] la polémica está servida, son muchos los blogs que apoyan la iniciativa o que la critican por considerar que «intoxican» su mundo sin publicidad.

La afirmación es «la polémica está servida», las razones es lo que viene a continuación. Pero no presenta ninguna evidencia de que haya blogs que apoyen o no, no que las críticas sean por «publicidad» ni que exista un mundo «sin publicidad». Tampoco considera alternativas, como que la gran mayoría no está enterada del tema, o que les trae al pairo.

Muchas veces estos tipos de argumentos son usados como un «falso sustento» a otro tipo de «discurso», la propaganda. En este caso en particular «la polémica está servida» se pretende pasar como sub-afirmación que justifica la «relevancia» de la empresa mencionada.

Propaganda

Cuando el artículo en sí está disfrazado de argumento, con algunas evidencias, pero no hay una estructura lógica que soporte a esas razones.

Un ejemplo es la promoción de empresas, o la de ideologías (caso extremo de propaganda es la sección de inmigración de Minuto Digital).

Los argumentos de los bloggers

En la blogocosa tenemos los mismos problemas argumentales que en los medios, agravado porque los autores desconocen la estructura básica de los argumentos escritos –la secundaria no los ha entrenado, la universidad también falla mucho–, tampoco están entrenados para fortalecer sus habilidades lógicas.

Es bastante frecuente la siguiente opinión de bloggers:

Es mi opinión y tengo derecho a expresarla, es mi blog. ¿Por qué debería defenderla o explicarla? ¿Porque tú lo dices? Yo tengo mi opinión y tú la tuya.

Es verdad que cada uno tiene su opinión sobre cualquier tema. Pero una vez que participamos de una comunidad que «conversa» –a diferencia de lo que hace un articulista de periódico– se espera que uno no considere a una opinión como un derecho, sino como afirmaciones sujetas a pruebas exhaustivas a través del cuestionamiento de los demás.

De esa forma funcionan todas las comunidades, las de profesionales, académicas, ingenieros o políticas.

Pero desde el punto de vista de «contruir buenos argumentos», el blogger parte con ventaja sobre un «periodista tradicional» (al menos los que aceptan comentarios). Participamos de una conversación, los otros lectores a través de sus comentarios o apuntes en sus propios blogs nos están haciendo las preguntas que no nos hicimos nosotros, nos exigen que les indiquemos las evidencias, nos indican evidencias distintas o afirmaciones alternativas, son tiquimisquis con nuestros fallos en la justificación.

Es una ventaja que hay que aprovechar para aprender a construir buenos argumentos. Hacerlo correctamente es la única forma que la blogocosa sea realmente una comunidad, y que pueda obtener respuestas y soluciones colaborativamente.

Comentaristas de blogs

Los comentaristas de blogs, como es natural, tienen exactamente los mismos problemas que los bloggers o periodistas: no se dan cuenta de los fallos de los argumentos, o cuando responden no lo hacen adecuadamente, o directamente no son capaces de reconocer los elementos básicos.

Aquellos que sí reconocen esas elementos de un buen argumento generan tres tipos fundamentales de comentarios que suelen ser muy útiles y dotan de sentido a la «conversación».

  1. Los que nos hacen o indican la carencia de los cinco tipos de preguntas que se tenía que haber hecho el autor.
  2. Los que presentan otras evidencias o alternativas.
  3. Los que responden con argumentos breves pero completos.

Luego existen otros que no les interesa nada el argumento, ni las reglas, ni siquiera son capaces de detectar la o las afirmaciones pero tienen interés en responder con mucha contundencia. Son vulgarmente conocidos como trolls 🙂

Para saber

Esto es lo mejor de este apunte, porque aquí explico de dónde he resumido y extraído estas ideas.

Si quieres aprender más sobre el tema puedes leer The Craft of Argument. Este libro me recomendó un colega que sabe mucho del tema, Joe Miró, compartimos las mismas preocupaciones y hablamos del tema: el problema que tenemos que nuestros alumnos sean capaces de expresar y defender sus ideas con un mínimo nivel académico-profesional. Es decir, que sepan argumentar.

El capítulo 2 (aunque hay que leer como mínimo la introducción y el primer capítulo) es el que explica cómo escribir argumentos para la conversación civil.