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En las 80 páginas de un informe hecho público ayer sobre el sector de servicios profesionales y los colegios profesionales, la CNC hace una radiografía de todos los colectivos profesionales y arremete de forma muy dura sobre sus pilares jurídicos: quiere romper con la unidad de título y profesión, acabar con la representatividad exclusiva de los colegios respecto a las profesiones implantando la libertad de colegiación y que la Administración pueda controlar los estatutos de los colegios […] De esta forma, se trata, a nivel de recomendación, de poner fin a la tradicional característica de la regulación corporativa: la autorregulación […] “En primer lugar, la necesidad de romper con la unión automática de una profesión y un título. (…) de tal forma que se permita que profesionales con titulaciones diversas puedan competir en un mismo mercado”. Pero todavía quiere llegar más lejos, cuando afirma que “los motivos que justifican la exigencia de titulación no deben ser automáticamente trasladables a la exigencia de colegiación” […] es necesario “romper con la asociación automática de profesión titulada con colegio profesional”. Como colofón, Competencia es tajante: “Es preciso redefinir y acotar los fines y funciones de los colegios profesionales”. —  Leído en Competencia ataca el poder de los colegios y reclama su liberalización

Era hora que se empieze a limitar a estas instituciones medievales que fundamentalmente han servidor para la defensa corporativa más que en salvaguardar el interés de los clientes y la sociedad en general.

De momento, el informe de la CNC no ha sido bien recibido por los colegios,

No se podía esperar otra cosa, además refuerza a lo expresado por el informe de la Comisión Nacional de la Competencia.

Rescato además unas frases del informa, muy en línea con lo que comentaba en este blog.

Sin entrar en un análisis pormenorizado de lo que supone el denominado  Proceso de Bolonia, […] las nuevas titulaciones que se creen, incentivadas por el   Proceso de Bolonia, se encontrarán con mercados acotados y reservas de actividad para otras titulaciones, lo cual puede tener básicamente dos efectos […] El segundo efecto, más importante desde el punto de vista de la  competencia, sería que las nuevas titulaciones buscaran su propia reserva de  actividad y se fueran constituyendo así múltiples mercados acotados cada vez más reducidos, lo que afectaría negativamente a la competencia en los servicios  profesionales […] En definitiva, la mayor libertad que se ha abierto en el ámbito de las titulaciones  universitarias a raíz del Proceso de Bolonia lleva a tener que replantear el proceso  de regulación de profesiones tituladas y profesiones colegiadas, y esa revisión no  la pueden ni deben hacer, al menos no solos, los propios Colegios Profesionales.

Pero existen presiones de otros profesionales, en especial las ingenierías, para que el Gobierno tome una decisión similar, cabe entender que con el propósito de que su profesión quede “ratificada” como profesión regulada […] En definitiva, en estos momentos en que se está modificando el marco de las titulaciones universitarias […] es necesario seguir de cerca este proceso y evitar que las presiones de diversos sectores, la inercia o cualquier otro motivo impidan que se aproveche la ocasión para acometer la necesaria revisión de las reservas de actividad en los servicios profesionales […] Dicho de otra manera, resulta preciso evitar que el surgimiento de nuevas titulaciones, a raíz de las reformas acometidas en el Proceso de Bolonia, lleven a la proliferación de nuevas profesiones tituladas y profesiones colegiadas, cada una de ellas con su propia reserva de actividad, como reacción a la imposibilidad de acceder con esos nuevos títulos a las actividades reservadas a titulaciones más tradicionales.