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Este blog está aquí porque hace poco más de un mes cerré el que tenía en la UIB porque me pidieron que borre un apunte. No sólo consideré que no se respetaba la libertad de expresión y la de cátedra, sino que además no podía seguir teniendo mi blog en la UIB si estaba sujeto a este tipo de «control» –nótese que en ningún momento usé ni uso la abusada palabra censura, es tan tonto el tema que ni a eso llega–.

En la explicación telefónica la rectora me explicó –supongo que así se lo dijeron– que la universidad era responsable legal subsidiaria de mis opiniones al estar bajo el dominio uib.es. Aunque después de eso no me han avisado ni comunicado nada –ni siquiera el contenido de la llamada y correo electrónico del que se quejaba– en conversaciones de miembros del equipo rectoral con otras personas seguían insistiendo en que esa fue la única razón para pedirme el borrado del artículo.

Desde el momento de la llamada telefónica me pareció que dicha explicación no tenía sustento legal, que era claramente un caso de LSSI y del artículo 20 de la constitución –libertad de expresión y libertad de cátedra– y así lo expliqué por activa y por pasiva.

Aunque me parecía de sentido común y de un mínimo conocimientos de leyes, podía estar equivocado, así que pedí a dos abogados –independientes y a los que no conozco personalmente– que me hiciesen un análisis lo más objetivo posible.

Hoy uno de ellos, Samuel Parra Sáez, me avisó que lo había acabado y publicado en su blog: Ricardo Galli, la Universidad de las Islas Baleares y la LSSI-CE.

Tal como lo esperaba, el informe confirma casi literalmente lo que argumentaba, además explica una sentencia de un caso similar.

… Parece innecesario insistir en el hecho de que sin la declaración de ilicitud por órgano competente, no existe, a día de hoy, obligación legal de retirar o impedir el acceso a la información, que en este caso, es el artículo de Ricardo Galli.

el Tribunal Constitucional, en sentencia, entre otras 6/1981, de 16 de marzo lo consideró como “derecho fundamental del que gozan por igual todos los ciudadanos y que les protege frente a cualquier injerencia de los poderes públicos que no esté apoyada en la Ley” y que dado la especial protección que se le ha querido otorgar únicamente podría ser limitado cuando han de prevalecer otros derechos constitucionales y siempre, sin excepciones, mediante resolución judicial en las que entonces ya sí, se podría acordar el secuestro de publicaciones u otros medios de información. En definitiva se llegaría al absurdo solicitar una retirada que implica una restricción claramente inadmisible de la libertad de expresión cuando la ley lo que intenta es proteger especialmente la sustracción de una competencia que atribuye y corresponde en exclusiva a los órganos judiciales.

Por supuesto queda otra duda razonable, si mi opinión «dañaba o no el honor» de otras personas. Creo que no, y por eso copié íntegro el apunte de marras a este blog. Que yo sepa todavía no tengo interpuesta ninguna denuncia o demanda (salvo alguna trolleada «anónima»).

En fin, esta información a mí ya no me servirá –además la verdad es que me siento mejor «fuera», pero ojalá sirva para que no se usen excusas ridículas para-legales en casos similares.

Aunque esto es casi una anécdota, el debate de fondo es sobre dos modelos opuestos de universidad:

  1. Un modelo de debate quizás romántico pero con fuertes raíces que se remontan a los debates filosóficos en la Escuela de Platón –en los naranjales de Academus– y que en la actualidad se ve reflejado por la «libertad de cátedra» en la constitución de muchos países democráticos.
  2. Un modelo oficina comercial donde lo importante es optimizar la gestión y mantenerse calladitos para evitar debates que puedan molestar a otros, incluso aunque se trate de corrupción o de pseudo observatorios que se inventan noticias amarillistas pseudo científicas.

Queda a la libertad del lector y los propios «académicos» elegir cuál es el modelo que considera más adecuado a una universidad moderna. Seguramente mi idea es la equivocada (o al menos así lo han pensado de forma colegiada los miembros del actual equipo rectoral de la UIB).

¿Debería ir buscando trabajo en La Sexta? Oh wait! 🙂